17 julio 2013

GEORGES MOUSTAKI Y LA JOVEN CANTANTE



“Me duelen las partes con las que antes jugaba” dice un célebre poema. De adolescente solía tomar como entretenimiento las canciones de George Moustaki, pero hace días, en una reunión en Guadalajara, las composiciones de este genio de los escenarios me dolieron como un déjà vu que cimbró mi corazón ya maduro.

En la tarima improvisada de cierto jardín doméstico una intérprete profesional se esmeraba en leer la partitura y la letra del legendario compositor francés. La lamparita de luz fría instalada en el atril la orientaba con dificultad hasta que titubeó sin remedio en el estribillo que yo sí aprendí durante mi infancia a costa de escucharlo cada domingo por las mañanas: “Et pourtant dans le monde/ Les enfant nous répondent / Et pourtant dans le monde…”

No podía saber la intérprete (joven y ajena al norte de México) que la canción de Moustaki es el tema con el que abría el programa dominical en el canal 2 de Monterrey, conducido por Gilberto Marcos. Los acordes de guitarra se volvieron un éxito entre los regiomontanos de entonces y el LP importado de Francia se agotó muy pronto en las tiendas de discos. Iluminado su rostro a medias por la lamparita del atril la intérprete se me quedó viendo indiferente, como jugando con esas partes del recuerdo personal que a otros sí nos duelen.

No podía saber ella que entonces gobernaba aquí un político de la vieja guardia llamado Alfonso Martínez Domínguez. Y que por aquellas prácticas propias de los mandamases de antaño alguna vez se le ocurrió regalar unas lámparas a los representantes locales de comunicación. Ciertos periodistas le agradecieron el gesto pero Gilberto Marcos ironizó sobre el regalo al aire y en horario estelar. Una semana después le cortaron los patrocinios oficiales al Canal 2. Así se las gastaban en Nuevo León los políticos contra los medios masivos de aquellos días. ¡Cuánto se han invertido las cosas desde entonces!

En su canción, Moustaki se queja de las prédicas que le aconsejan no cantar la fraternidad ni la libertad; que le reprenden por soñar en vez de mantener los ojos abiertos y por hablar sobre el amor como si existiera; que le recomiendan mejor callar o mentir y mantener la sonrisa hipócrita. “Et pourtant dans le monde…” les responde el fraterno, soñador y eternamente amoroso Moustaki.

Le conté estos recuerdos a la joven intérprete. A través del cantautor griego/francés, Gilberto Marcos respondió sin querer a las extorsiones del poder político en forma de lámparas de regalo oficial; únicos aparatos eléctricos que en vez de iluminar pretenden arrojar sombras y tinieblas a la libertad de expresión.

Pero Moustaki, artista incorruptible, amante cachondo de modelos brasileñas, aficionado a navegar en altamar por meses y dueño de un departamentito en Niza donde murió en mayo pasado, no caló hondo en el alma de teflón de la intérprete con la que me topé en Guadalajara. La muchacha me dio las gracias y siguió entonando entre titubeos la letra de las canciones que le iluminaba su lamparita, con candorosa inocencia juvenil. ¿O acaso es uno el viejo anacrónico y deschavetado? 

1 comentario:

ANTONIO CORDERO dijo...

Muy buena historia, como para contarla a todos los regios de más de 50 años, como yo... Me acuerdo mucho de esa canción y hasta ahorita sé como se llama, también de Moustaki me gusta mucho ma liberté, saludos y gracias por compartir esta historia regia