19 julio 2013

A JUAN ENRÍQUEZ CABOT, CENSURADO EN REFORMA



Desde hace una década me acostumbré a leerte en Reforma y a buscar cada dos domingos tu nombre en la sección de Opinión. Fuiste cercano a Manuel Camacho Solís; orquestaste la rehabilitación de los basureros de la ciudad de México que hoy son Santa Fe; eres director fundador del proyecto Ciencias de la Vida de Harvard, y tengo claro que me dirijo a uno de los hombres más inteligentes que conozco.

Pero el domingo pasado tu periódico Reforma (aunque ya se ve que no es tan tuyo), no publicó tu artículo porque el Consejo Editorial decidió no hacerlo. Así de simple. Pediste una explicación pero los argumentos que te esgrimieron se redujeron a dos palabras: “porque no”.

Amigo de la razón, te topaste con la pared de la cerrazón. Y no te quedó más remedio que renunciar a Reforma. Yo hubiera hecho lo mismo; la mayoría no. Lo hiciste mediante una carta que en resumidas cuentas dice: “.. si me quedo callado, si digo sí patroncito, usted disculpe por haber molestado al Consejo, pues entonces esta se vuelve conducta aceptable. Se vuelve norma”.

Pero como dice la canción, “aquí no hay novedad”. No descubres el hilo negro cuando escribes ”Y no quiero que lo que me ocurrió a mi le ocurra a otros”. No, Juan, ya nos pasó a otros y nadie dijo nada. Ni tú. Lo cual es común en los medios masivos de México. Si algunos nos vamos, otros deciden quedarse, pero en ambos casos los demás editorialistas permanecen callados, como estatuas de sal y con la boca cosida. A los exiliados de los grandes tirajes nos quedan los diarios digitales, los blogs, Facebook o las mesas de Sanborns. Así que toma tu lugar en alguno de estos guettos.

Me enternece tu pregunta: “¿van a entregarle a nuevos articulistas un listado de temas que no pueden tocar, opiniones que no pueden escribir, e innombrables?” Déjame responderte que sí. Y no hables en tiempo futuro: siempre lo han hecho, lo hacen y lo harán. Lo peor en este Coliseo Romano “matraquero y petatero” (como lo dirías con tu lenguaje florido) es que la galería en vez de vitorear enmudece, finge demencia y voltea para otro lado.

Atribuyes la censura de Reforma a que este medio “está en un período de transición generacional. La manera tan burda que me censuraron a mí nunca lo hubiera hecho la pasada generación, la que se enfrentó a tanto presidente, empresario, narco e interés en defensa de la libertad de prensa y de opinión”.

¿Te refieres a que ya no está Alejandro Junco de la Vega?

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