Me
sorprende que la novela más cautivante del 2015 no aparezca en ninguna lista de
votación de los mejores libros publicados este año. Se trata de “El Cártel” del
novelista norteamericano, Don Winslow (1953). Sus lectores ya habíamos quedado
magnetizados por “El Poder del Perro” (2009), una obra que hurga en los inicios
de la actual descomposición social, a partir de la eclosión del crimen
organizado en los años ochenta.
En “El
Cártel” regresa el mismo agente de la DEA, Art Keller, una especie de
anarquista benévolo, refugiado en una vida ascética en un monasterio de Nuevo
México, dedicado a la apicultura. ¿Se esconde de sus enemigos o expía sus
culpas? Serán cientos de páginas las que respondan esta interrogante. Y la
respuesta se despliega con una prosa eficaz, con los pensamientos y emociones
de los protagonistas señalados entre comillas, con economía de adjetivos y
abundancia de verbos.
Que ningún
lector espere literatura de altos vuelos en las aventuras de Art Keller en
contra de los cárteles mexicanos de la droga. Tampoco verá en esta novela
propaganda en favor de la DEA o la CIA. Winslow es un autor políticamente
incorrecto. Lo mismo muestra que las agencias del gobierno de EUA están
anulados para luchar en contra de los capos o de cualquier otro enemigo público
de su país, como confirma que el crimen organizado ha corrompido a los más
encumbrados funcionarios de Los Pinos.
Incluyendo al Presidente de la República.
Pero el
verdadero protagonista de esta novela es el poderoso líder de La Federación. Un
personaje profundo, controvertido, dueño de una moral que lo induce a respetar
acuerdos y lealtades y a no caer en violencia gratuita, pero que en otras
épocas ha ordenado la muerte de menores de edad, sin el mínimo titubeo. Adán
Barrera es un hombre de apariencia anodina, cuidadoso en las formas, sutil en
sus buenos momentos pero despiadado en su intento por arrasar con todo lo que obstruya
su negocio de venta de drogas. Y tiene como principal meta aniquilar a su peor
enemigo: Art Keller.
Los dos
comienzan su persecución mutua en la reclusión: uno desde un monasterio, otro
desde la prisión de Puente Grande. Los grados de tensión y dramatismo crecerán
con cada capítulo y se saldrán de control en paralelo a los hechos históricos
recientes de México. A veces la trama se convierte en un juego de ajedrez, a
veces en una carnicería. Será fácil para cualquier lector mexicano identificar
los verdaderos nombres detrás de los políticos, narcotraficantes y policías de
ficción que pueblan la novela de Winslow.
Y lo mejor
de la obra es que se trata de una novela de tesis. En medio de tanta crueldad,
de injusticias enormes y ataques contra inocentes; entre tantos asesinatos,
corrupción, actos heroicos y decisiones sanguinarias, el trasfondo de la novela
de Winslow es cristalino como el agua: el Cártel no lo forma un grupo
determinado del crimen organizado. El Cártel lo integran el gobierno de México,
las bandas del narcotráfico, la DEA, la CIA, los medios masivos y el silencio
cómplice de una sociedad corrompida hasta los huesos.
Es curioso que frente a estos inocentes que alzan la voz y arriesgan su seguridad personal, Adán Barrera quede disminuido con todo su imperio personal de sangre y su ranking en la lista de Forbes de los hombres más poderosos del mundo. Y que Art Keller, uno de los contados policías honestos que recorren la novela, les tribute el reconocimiento de su amor y respeto. Ojalá esa parte de la novela también se base en la realidad; única prueba concreta de que entre nosotros existe la esperanza.
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