Hace más de
un siglo los alemanes inventaron la estufa moderna. La fabricaron de porcelana.
Era práctica, sencilla y limpia. No ocupaba personal para alimentarla de leña
cada cierto tiempo, ni humeaba la cocina de las casas. Fue importada a Estados Unidos donde se
cocinaba en estufa de leña pero los norteamericanos le voltearon la cara: no
quisieron usarla; decidieron seguir cocinando en sus humeantes y sucias estufas
de leña. El escritor Mark Twain dio la explicación a semejante desdén: a sus
compatriotas no les gustaba la estufa de leña porque no la habían inventado
ellos. Así de simple.
No han sido
los norteamericanos los únicos en montarse en su macho. Para necios, los
mexicanos. En los años cuarenta los norteamericanos inventaron la aspiradora.
Fue importada a México, donde las amas de casa de clase media pasaban todo el
santo día sacudiendo el polvo de sus domicilios. Sin embargo, los mexicanos le
volteamos la cara; no quisimos usar la aspiradora. Decidimos seguir limpiando
los pisos, tapetes y alfombras con el mechudo o a cepillo vil. La película “Una
familia de tantas” (1948) dio la explicación a semejante desdén: al padre de
familia, representado por Fernando Soler, no le gustaba la aspiradora porque no
la habíamos inventado nosotros (además de que David Silva se la quería vender a
plazos, muy al estilo gringo).
Mark Twain
explicó el hecho de no valorar las ideas que no se nos ocurren a nosotros, sino
a otros: “la especie humana es lenta en la adopción de ideas valiosas y a veces
incluso se empeña en no adoptarlas jamás”. El título de su ensayo es revelador:
“Algunas idioteces nacionales”. Estamos más enamorados de nuestras ideas que de
nuestras parejas. Estamos más apegados a nuestras ocurrencias que a nuestros
bienes materiales. Y lo peor es que, cuando ya adoptamos una idea ajena, lo
hacemos con la típica frase “yo ya lo había pensado antes”. Si este defecto
mental lo pasamos a la política o a los negocios, se entiende porqué no
avanzamos como país: cada Presidente quiere partir de cero. Cada gobernador o
alcalde quiere cambiarlo todo. Cada gerente de empresa desacredita a quien lo
antecedió en el cargo. Borrón y cuenta nueva.
Por
supuesto, las ideas que explico en este texto las medité yo exclusivamente. Son
únicamente mías. Mark Twain las esbozó hace más de cien años, y en realidad a
miles y miles de pensadores más se le ocurrieron primero que a mi, pero la mera
verdad es que no valían mucho la pena. O como decía Edison de los inventos de
Tesla, su mayor rival: “son espléndidos pero completamente impracticables”.
Cabe aclarar que Edison se refería los motores de corriente alterna que diseñó
Tesla y provocaron la Segunda Revolución Industrial. Nada más y nada menos.
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