11 agosto 2015

Algunas idioteces nacionales

Hace más de un siglo los alemanes inventaron la estufa moderna. La fabricaron de porcelana. Era práctica, sencilla y limpia. No ocupaba personal para alimentarla de leña cada cierto tiempo, ni humeaba la cocina de las casas.  Fue importada a Estados Unidos donde se cocinaba en estufa de leña pero los norteamericanos le voltearon la cara: no quisieron usarla; decidieron seguir cocinando en sus humeantes y sucias estufas de leña. El escritor Mark Twain dio la explicación a semejante desdén: a sus compatriotas no les gustaba la estufa de leña porque no la habían inventado ellos. Así de simple.

No han sido los norteamericanos los únicos en montarse en su macho. Para necios, los mexicanos. En los años cuarenta los norteamericanos inventaron la aspiradora. Fue importada a México, donde las amas de casa de clase media pasaban todo el santo día sacudiendo el polvo de sus domicilios. Sin embargo, los mexicanos le volteamos la cara; no quisimos usar la aspiradora. Decidimos seguir limpiando los pisos, tapetes y alfombras con el mechudo o a cepillo vil. La película “Una familia de tantas” (1948) dio la explicación a semejante desdén: al padre de familia, representado por Fernando Soler, no le gustaba la aspiradora porque no la habíamos inventado nosotros (además de que David Silva se la quería vender a plazos, muy al estilo gringo).

Mark Twain explicó el hecho de no valorar las ideas que no se nos ocurren a nosotros, sino a otros: “la especie humana es lenta en la adopción de ideas valiosas y a veces incluso se empeña en no adoptarlas jamás”. El título de su ensayo es revelador: “Algunas idioteces nacionales”. Estamos más enamorados de nuestras ideas que de nuestras parejas. Estamos más apegados a nuestras ocurrencias que a nuestros bienes materiales. Y lo peor es que, cuando ya adoptamos una idea ajena, lo hacemos con la típica frase “yo ya lo había pensado antes”. Si este defecto mental lo pasamos a la política o a los negocios, se entiende porqué no avanzamos como país: cada Presidente quiere partir de cero. Cada gobernador o alcalde quiere cambiarlo todo. Cada gerente de empresa desacredita a quien lo antecedió en el cargo. Borrón y cuenta nueva.  


Por supuesto, las ideas que explico en este texto las medité yo exclusivamente. Son únicamente mías. Mark Twain las esbozó hace más de cien años, y en realidad a miles y miles de pensadores más se le ocurrieron primero que a mi, pero la mera verdad es que no valían mucho la pena. O como decía Edison de los inventos de Tesla, su mayor rival: “son espléndidos pero completamente impracticables”. Cabe aclarar que Edison se refería los motores de corriente alterna que diseñó Tesla y provocaron la Segunda Revolución Industrial. Nada más y nada menos.    

No hay comentarios: