09 enero 2014

INTERNET: MÁS INTELIGENTES DE LO QUE PENSAMOS

Acaba de publicarse una réplica al polémico libro de Nicholas Carr “Superficiales: Qué está haciendo Internet con nuestras mentes” (2010) que hace un par de años causó furor en la blogósfera entre los detractores de este medio tecnológico. Carr es un académico perspicaz: conoce a fondo las motivaciones de los usuarios de Google (a quienes denomina wikicratas), pero los califica de estúpidos: en el actual entorno de aprendizaje el típico usuario sufre de déficit de atención, no profundiza en nada y carece de genuinos lazos afectivos.

Quien lea el libro “Superficiales” quedará desconcertado porque es una obra digerible y bien argumentada que llegó a ser nominada para el Premio Pulitzer en 2011. Su autor es un investigador de la universidad de Harvard enterado y sensible. Pero en todos sus puntos de vista sobre el mundo digital se equivoca casi de cabo a rabo. Su tesis es insostenible. Y es que, pese a tener razón en el sentido de que un aparatito llamado iPhone o Galaxy no nos redime de nuestras limitaciones mentales,  tampoco podrá achicharrar tarde o temprano la cabeza de jóvenes y adultos.

El problema es que libros tan endebles como el de Nicholas Carr  son inmediatamente inmediato traducidos al español, vaya uno a saber por qué, y otras obras más sólidas en argumentos y análisis se quedan en el limbo de la indiferencia. Este es el caso del ensayo “Smarter Than You Thing” (2013) del periodista canadiense Clive Thompson, una verdadera revelación en el mundo anglosajón, pero que en México casi nadie lo conoce.

En cuanto a las redes sociales, Thompson es más moderado que Carr y evita a como de lugar el catastrofismo. Aclara sin pudores que no es un apasionado del mail, ni de Google, ni se pasa las 24 horas del día en Facebook: este comportamiento, cuando no tiene límites acaba por dispersar nuestra atención y enciende las alertas internas continuas. Pero Thompson tampoco se cantea hacia el otro lado del péndulo: incluso pide a sus lectores que dejen de preocuparse porque el iPhone nos vaya a arrebatar la memoria. Internet es en todo caso amplifica exponencialmente nuestra conciencia. Y eso no es malo sino al contrario.

¿En qué se basa Thompson para decir esto? En cuatro elementos básicos que fundamenta en su libro: las redes sociales mejoran nuestra memoria, el pensamiento deja de ser privado para tornarse público, registra nuevos formatos para  comunicarnos además del texto, como son los videos, mutimedia, etcétera. Y finalmente la opción casi sin antecedentes históricos de filtrar la información. El dilema para el usuario de Internet no estriba en dónde buscar un dato, sino cual dato escoger en una constelación abundante y compleja que podría aturdirlo.


Funes el memorioso de Borges puede ser la peor pesadilla para un ser humano condenado de por vida a no olvidar nada. Pero es un milagro afortunado si el memorioso se llama Google. El Aleph puede ser el inicio de una distopía para cualquier persona que se enfrente cara a cara a todas las cosas del universo de golpe. Pero es una maravilla tecnológica si al Aleph se le conoce como la Web. Internet vuelve estúpida a la gente sólo si no se participa en ella.                  

No hay comentarios: