23 diciembre 2013

LA JUSTA DIMENSIÓN DE ELISEO GARZA SALINAS


Alusiones íntimas, juicios sumarios, insinuaciones dolosas, ofensas disfrazadas de moralina. “El crimen pasional” mencionado por varios periódicos locales que es móvil sin comprobar pero que justifica para la turba el desenlace injusto y brutal. La denigración sin fundamento celebrada por un coro de ignorantes en los “comentarios del lector”, como homenaje estúpido a la libertad de expresión.

Se trata de la confusión ética que hunde a los nuevoleoneses. Una vida entera dedicada a las bellas artes, a la cultura, a todo aquello que forja civilización, que se pretende borrar de un plumazo por un instinto salvaje de descalificación tan criminal como la mente de cualquier delincuente en potencia. ¿Si los vivos tenemos derechos humanos, los muertos dejan de tenerlos?

Sin respeto a la vida íntima, no hay vida humana: así de simple. Las palabras latinas intrus e intra, destacan la suma interioridad del ser humano como templo sagrado. San Agustín creó el concepto de “hombre interior” como presencia excelsa de la divinidad. Ortega y Gasset veía lo más propio del individuo en la plenitud de su intimidad.

Y la intimidad se ilumina con cultura, con bellas artes, con la creación y contemplación de la arquitectura, del teatro, de la música, de la poesía, de la pintura. La estética fecunda la existencia del ser humano y le otorga trascendencia. Por eso, cuando una persona toca con perseverancia lo bello y lo sublime, puede sentirse realizada; tuvo su razón de ser en este mundo: esa actitud vital lo consagra y lo eterniza.

No sería justo que un proyecto personal tan bien logrado como fue la vida de Eliseo, se recuerde sólo por el incidente que lo llevó a la tumba. Con estos juicios intolerantes, no reducimos el buen recuerdo de Eliseo –que fue admirable en muchos sentidos --; nos reducimos como comunidad, tanto si los proferimos, como si los toleramos. ¿A dónde queremos llegar sembrando infamias en el prestigio postrero de un profesionista modelo? Mejor mantengamos vivo su legado como promotor artístico; ese legado que tanto y absurdamente le escatima el Gobierno del Estado (a quien tanto sirvió) no asistiendo a su sepelio.


También la confusión ética contribuye a la barbarie en Monterrey y a empeorar el entorno social moralmente enfermo que, para racionalizar lo que no tiene nombre, mancha la reputación de un difunto, en vez de denunciar a los culpables. Eliseo Garza Salinas fue un hombre ejemplar, culto y digno. Empecemos por ahí.

No hay comentarios: