El líder de
la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, cena en la ciudad de México
con el Consejo Editorial de La Jornada.
Resiente un malestar que achaca a sus viejas dolencias del colon. Los problemas
estomacales son el calvario de su cuerpo sesentón. Siempre ha sido indisciplinado
con su dieta y sus horarios de descanso, pero de nuevo evita los avisos de su
mala salud fingiendo que no le pasa nada. Andrés Manuel es un apasionado del
trabajo: duerme poco y acostumbra prolongar a deshoras su apretada agenda
laboral.
El
ejecutivo de la derecha japonesa, Kenichi Uchino, tiene la mitad de los años de
Andrés Manuel y cena con sus colegas de Toyota City en un restaurante de sushi
en Tokio. Siente una vaga molestia que confunde con gastritis. Sus
padecimientos registran como epicentro su aparato gástrico. Es un hombre
ordenado pero amante ferviente del trabajo. Tiene la costumbre de dormir poco y
mal.
Andrés
Manuel planea continuar su jornada laboral después de la cena. Ríe con las
bromas de Rafael Barajas, “El Fisgón”. Atenderá algunas citas más y seguirá
preparando el cerco al senado en contra de la reforma eléctrica. Ha recibido
una llamada al celular de Martí Batres, presidente de Morena, que responde entrecortado. El dolor en el pecho es un clavo
ardiente. Antes de pretender tomar el control de la situación, pierde el
conocimiento. Luego despierta. Reacciona estoico y camina lúcido por la entrada
de urgencias de Médica Sur. Ha sufrido un infarto agudo de miocardio.
Kenichi
Uchino cree que el vino ingerido en la cena le sienta mal, pero regresa a
cubrir el turno nocturno, que él mismo se ha impuesto. Recibe una llamada al
celular del Presidente del Consejo Administrativo de Toyota. Ambos ríen por la
costumbre de ser workaholics. Un
golpe seco le corta la respiración. Presiente que esta vez no es gastritis. Su
chofer le abre la puerta del carro y camina sofocado por la entrada del
corporativo. Se desploma en el escritorio de su oficina. Ha sufrido un infarto
agudo al miocardio. Muere a las 4:20 horas.
Cierto
internista de Médica Sur revela un diagnóstico extraoficial sobre el famoso
paciente: “Andrés Manuel se enfermó por agotamiento”. Los japoneses tienen una
palabra para explicar este fenómeno cada vez más común en el mundo moderno: karoshi.
La joven
viuda de Kenichi Uchino denuncia a los medios masivos la verdadera enfermedad
que arrastró a su marido a la tumba: karoshi,
culpable del 30 por ciento de las muertes de profesionistas en Japón. Decide demandar
a Toyota por propiciar el infarto fatal de su esposo, “un accidente laboral de
consecuencias incalculables”. Al cabo de un año la corte nipona le da la razón y
gana una indemnización millonaria.
Y la esposa
de Andrés Manuel: ¿a quién denunciará por propiciar el infarto de su marido,
víctima también de “un accidente laboral de consecuencias incalculables”?
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