05 septiembre 2013

"DO IT YOURSELF" O HENRY THOREAU ENTRE NOSOTROS


En Monterrey está germinando un nueva tendencia denominada “Hazlo tu mismo” (“Do It Yourself”): una práctica común en la cultura gringa (inspirada en Henry Thoreau), para la cual el regiomontano no contaba hasta hace poco con suficientes referencias nativas.  

Se trata de fabricar uno mismo las cosas que nos resulten útiles (autoproducción), como microhuertos orgánicos (pregunte por Radko Tichavsky), cultivo de agrohomeopatía, muros verdes, adaptación como equipo de gym de llantas, tubos de pvc y llaves inglesas (crossfit); incluso confección de cosas artísticas que expresan nuestros gustos o tendencias estéticas (artesanía, graffiti urbano legal e ilegal, línea de ropa alternativa, manualidades de inspiración regional, diseño de bisutería amateur, producción indie de música y video, tatuajes domésticos, manifestaciones hurtadas a la desolación del Barrio Antiguo de Monterrey). Los tutoriales y cursos en Youtube, Vimeo y otros medios sociales benefician esta tendencia de impacto mundial.

Digo que en Nuevo León no prevalece bien a bien la modalidad del “Hazlo tu mismo” por carecer de suficientes referencias nativas de bricolaje (o sea, actividad manual que realiza un aficionado). Y es que ¿hace cuánto se dejaron de lado aquí las materias de aprendizaje manual en escuelas primarias o los talleres de carpintería y electrónica en las secundarias? ¿Tenemos algo similar en Monterrey, San Nicolás o Guadalupe a la Feria Maker que se monta anualmente en Silicon Valley? Las nuevas generaciones han desdeñado las técnicas de fabricación de productos comerciales por dominar mejor las artes (muy estilo ITESM) del marketing, negociación y venta.  Preferimos el humo a lo sólido.

Los regiomontanos queremos ser grandes vendedores y no diestros hacedores; admirados publicistas y no hábiles fabricantes; managers, más no makers. Y cuando se promueve la mentefactura pero se descuida la manofactura como pasa en Nuevo León, no se avanza ni en lo uno ni en lo otro. ¡Si de por sí producir cuesta mucho en inversión, preparación y gestión de la cadena de suministro!  

Mucha culpa la tiene el propio gobierno estatal y los ayuntamientos, tan emperrados en castigar al buen fabricante y al emprendedor: lo saturan de permisos y trámites a cargo de burócratas que no producen nada más que estorbos y retrasos; lo exprimen con favores corruptos (sobornos) en vez de alentarlo en su inversión de riesgo; le condicionan su comportamiento libre con impuestos, leyes y reglamentos arbitrarios. Así se explica que, sin querer, es el propio gobierno quien alienta la economía subterránea. No nos deja de otra.

No es extraño entonces que la aspiración vocacional en Nuevo León se desvíe a trabajar en una oficina oscura de gobierno (como la Secretaría de Economía), en vez de orientarse a fabricar productos para acomodarlos en el circuito comercial o para autoconsumo. Pero algo está cambiando.

La naciente tendencia regiomontana “Hazlo tú mismo” (DIY) se convertirá en movimiento Maker cuando el hacedor independiente caiga en la cuenta de que no está solo y decida compartir sus proyectos abriéndose al Know-how colectivo. Ya está sucediendo en tierras norteñas y no es wishful thinking: la crisis de puestos de trabajo en Nuevo León se aliviará con la proliferación de fabricantes constituidos en pequeñas empresas con ventas minoristas.  

Hace días leí una novela poco conocida: “Makers” (2009) del blogero y narrador Cory Doctorow. En formato ficción explora el mismo fenómeno que está prendiendo entre regiomontanos: en un futuro cercano estallará el boom de pequeñas start-ups que diseñen, fabriquen y comercialicen productos de factura colaborativa (P2P) creados por supuestos diletantes o amateurs y destinados en especial a la base de la pirámide, es decir, a la población que no forma parte de la clase media.

Doctorow bautizó el movimiento ficticio de su novela como New Work y en la vida real su base de operaciones la ocupan instalaciones compartidas de producción ya populaizadas en Shanghái (donde hay miles), pero con atisbos prometedores como las puestas en marcha aquí mismo, por la propia comunidad, en San Pedro.

¿Queremos avanzar como sociedad productiva? Que primero el gobierno estatal se haga a un lado, con todo y su Secretaría de Economía y no nos imponga obstáculos burocráticos a la fabricación de bienes físicos, ni al manejo libre de bites y de átomos. Esta será pronto una nueva Revolución Industrial inspirada en Henry Thoreau. Ya se verá.       

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