09 septiembre 2013

ALGORITMO PARA MEJORAR CAMPAÑAS ELECTORALES


Hace unos días le presenté a funcionarios del Instituto Electoral  y de Participación Ciudadana de Jalisco un software gratuito que he denominado “Algoritmo de Atracción Electoral” (ATEL), creado desinteresadamente para priorizar las redes sociales en las hasta ahora carísimas campañas electorales. Me extendí explicando las bases teóricas del ATEL con la advertencia de que sus diseñadores somos fervientes seguidores del empirismo ingles, tenemos fe en la experiencia de los sentidos como única fuente objetiva de saber; dudamos del conocimiento innato y creemos como el viejo filósofo John Locke que cualquier elucubración teórica es insustancial si a la postre no opera en la transformación directa de las conductas ciudadanas.

De manera que diseñamos ATEL para dar respuesta a los cambios del comportamiento del electorado mexicano, de cara a los comicios intermedios y locales del 2015. Y es que, contra lo que pudiera pensarse, el elector de nuestro país ya no es un receptor pasivo ni reacciona a la propaganda electoral bajo los típicos estímulos de los medios masivos tradicionales. Las interrupciones publicitarias a manera de spot de TV han perdido efectividad porque el televidente ya no se presta tan fácilmente al engaño. No se si ha madurado pero está más a la defensiva.

ATEL se inspira en la doctrina de permission marketing del comunicólogo Seth Godin entendida como el fin de la agresividad publicitaria y de la intromisión forzada en el espacio privado del ciudadano, mediante el bombardeo de calcomanías en las calles, jingles bobos en la radio, desplegados farragosos en los periódicos y difusión de encuestas electorales amañadas, entre otras técnicas igualmente obsoletas.

Ahora se trata de pedir permiso al elector potencial antes de continuar con el proceso de persuadirlo; comprender bien al ciudadano para que los contenidos de los candidatos se ajusten a sus necesidades y deseos, formando relaciones personalizadas y duraderas que rebasen las campañas constitucionales. 

¿Cómo hacerlo? Potenciando el creciente rol de las redes sociales en la vida activa comunitaria con nuestros tres pilares fundamentales: SEO (Search Engine Optimization), estrategia social media y Big Data.  Se trata de crear una relación permanente con los electores y establecer una sólida sensación de confianza con él. Mediante el SEO posicionamos no un mensaje electoral sino la interacción candidato-elector en los motores de búsqueda, mediante backlinks (enlace de páginas de respaldo)  link bait (utilizando foros web, contenidos gratis a cambio de acciones sociales, etc.) y link building (darse de alta en directorios, vincularse desde foros, etc).

La estrategia de social media busca que el mayor número de leads (visitantes virtuales que pueden ser potenciales seguidores) se conviertan en simpatizantes de calidad del candidato y eventualmente en “votos”, mediante campañas de fidelización personalizada. La misión del candidato es convertir los leads en simpatizantes; los simpatizantes en seguidores, y los seguidores en votos. Finalmente, con la Big Data se gestionará la fuentes de datos de seguidores y el cruce de sus tendencias y hábitos a fin de conseguir para el eventual candidato un deep learning (aprendizaje profundo) de su electorado.  

Un participante en la exposición de ATEL en el Instituto Electoral me preguntó cuánto costaría su puesta en marcha y operación. Le respondí que es totalmente gratuito. No fue pensado como producto o servicio comercial ni lo llegará a ser nunca; no tiene contratos con “letra chiquita” ni cláusulas que comprometan a nadie. El único propósito de nuestra aportación consiste en potenciar en los candidatos políticos el diálogo con sus electores, mejorar el contraste y debate de las ideas y reducir en buena medida los gastos de las campañas que nos cuestan directa o indirectamente a todos los ciudadanos.

Hay muchas ventajas si los candidatos lo asumen personalmente como estrategia electoral pero quien más ganará es la transparencia democrática en el país. Y ese es uno de los bienes más escasos en la actual realidad mexicana.

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