Hace unos días le presenté a funcionarios
del Instituto Electoral y de Participación
Ciudadana de Jalisco un software gratuito que he denominado “Algoritmo de
Atracción Electoral” (ATEL), creado desinteresadamente para priorizar las redes
sociales en las hasta ahora carísimas campañas electorales. Me extendí
explicando las bases teóricas del ATEL con la advertencia de que sus
diseñadores somos fervientes seguidores del empirismo ingles, tenemos fe en la
experiencia de los sentidos como única fuente objetiva de saber; dudamos del
conocimiento innato y creemos como el viejo filósofo John Locke que cualquier
elucubración teórica es insustancial si a la postre no opera en la
transformación directa de las conductas ciudadanas.
De manera que diseñamos ATEL para
dar respuesta a los cambios del comportamiento del electorado mexicano, de cara
a los comicios intermedios y locales del 2015. Y es que, contra lo que pudiera
pensarse, el elector de nuestro país ya no es un receptor pasivo ni reacciona a
la propaganda electoral bajo los típicos estímulos de los medios masivos
tradicionales. Las interrupciones publicitarias a manera de spot de TV han
perdido efectividad porque el televidente ya no se presta tan fácilmente al
engaño. No se si ha madurado pero está más a la defensiva.
ATEL se inspira en la doctrina de permission marketing del comunicólogo
Seth Godin entendida como el fin de la agresividad publicitaria y de la
intromisión forzada en el espacio privado del ciudadano, mediante el bombardeo
de calcomanías en las calles, jingles bobos en la radio, desplegados farragosos
en los periódicos y difusión de encuestas electorales amañadas, entre otras
técnicas igualmente obsoletas.
Ahora se trata de pedir permiso al
elector potencial antes de continuar con el proceso de persuadirlo; comprender
bien al ciudadano para que los contenidos de los candidatos se ajusten a sus
necesidades y deseos, formando relaciones personalizadas y duraderas que
rebasen las campañas constitucionales.
¿Cómo hacerlo? Potenciando el
creciente rol de las redes sociales en la vida activa comunitaria con nuestros tres
pilares fundamentales: SEO (Search Engine
Optimization), estrategia social media y Big Data. Se trata de crear una relación permanente con
los electores y establecer una sólida sensación de confianza con él. Mediante
el SEO posicionamos no un mensaje electoral sino la interacción
candidato-elector en los motores de búsqueda, mediante backlinks (enlace de páginas de respaldo) link
bait (utilizando foros web, contenidos gratis a cambio de acciones
sociales, etc.) y link building (darse
de alta en directorios, vincularse desde foros, etc).
La estrategia de social media busca
que el mayor número de leads
(visitantes virtuales que pueden ser potenciales seguidores) se conviertan en
simpatizantes de calidad del candidato y eventualmente en “votos”, mediante
campañas de fidelización personalizada. La misión del candidato es convertir
los leads en simpatizantes; los
simpatizantes en seguidores, y los seguidores en votos. Finalmente, con la Big
Data se gestionará la fuentes de datos de seguidores y el cruce de sus
tendencias y hábitos a fin de conseguir para el eventual candidato un deep learning (aprendizaje profundo) de
su electorado.
Un participante en la exposición de ATEL
en el Instituto Electoral me preguntó cuánto costaría su puesta en marcha y
operación. Le respondí que es totalmente gratuito. No fue pensado como producto
o servicio comercial ni lo llegará a ser nunca; no tiene contratos con “letra
chiquita” ni cláusulas que comprometan a nadie. El único propósito de nuestra
aportación consiste en potenciar en los candidatos políticos el diálogo con sus
electores, mejorar el contraste y debate de las ideas y reducir en buena medida
los gastos de las campañas que nos cuestan directa o indirectamente a todos los
ciudadanos.
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