22 julio 2013

EL MIRAGE DEL JEFE DE JEFES


En un encuentro reciente, Ramón Alberto Garza me expllica que detrás de los Chapos, los Z-40, los Barbies, los Nacho Coronel, se esconden quienes que de verdad mueven los hilos de esos personajes de narconovela, que entran y salen del scrip a conveniencia.

Y dado que el dinero y el amor no se pueden esconder, no es difícil adivinar los rostros de esos auténticos amos y señores, al estilo de los mafiosos pudientes de Scorsese, acaso los mismos que controlan los hoteles-casinos de Las Vegas Strip, mediante corporaciones internacionales y en la más cómoda impunidad.

En estos recintos instalados en Nevada, se recrean ambientes faraónicos, fuentes danzantes, piscinas con delfines, barcos pirata zozobrando cada 30 minutos en Treasure Island, volcanes en erupción en el Mirage, escenarios alucinantes del Cirque du Soleil en el Mandalay Bay, o el Bellagio; David Copperfield en el MGM Grand y peleas de box en el Thomas and Mack Center.

Invito al lector a que especule de dónde saldría la fuente inagotable de recursos para la inversión de estos palacios-casino. Le paso algunos datos: El Mirage costó casi 700 millones de dólares en 1989 y sus financieros planearon facturar desde un inicio un millón de dólares al día para mantenerlo a flote. De ahí que su slogan de inauguración lo dijera todo: “La creación está muy bien, pero si Dios tuviera dinero haría algo como esto”. ¿Qué haría? Un resort como paraíso paralelo que no pide a sus visitantes el engorroso trámite de morir para conocerlo.

El Dios que sí tuvo dinero para levantar este milagro nació en New Haven, Connecticut y estaba obligado a pagar una deuda de 350 mil dólares con la mafia (única herencia que le dejó su padre ludópata). Gracias a sus amigos del crimen organizado comenzó a distribuir bebidas y a regentear el casino “Las Frontier” de Las Vegas desde 1967. Se llama Steve Wynn y no es casual que su apellido sea el mismo que lleva como nombre el más suntuoso resort de Sin City, desde 2005, porque él mismo lo fundó con un costo de 2.7 mil millones de dólares.

A partir de los años 90, los amigos y contactos mafiosos de Wynn desaparecieron como por arte de magia. La prensa dejó de atacarlo para insertar su nombre sólo en las páginas de jet set. Los bonos basura (junk bonds) que ofreció Wynn con altísimos intereses pero sin respaldo para el pago se borraron de su historial crediticio. En una economía en recesión como la de EUA, la Wynn Resport Limited reportó ingresos por 5 mil millones de dólares y alzó a su dueño al puesto 277 de los hombres más ricos del mundo. A todas luces una tumba blanqueada. O lavada.

Ramón Alberto Garza se preguntaba si algún día conoceremos los rostros de esos poderosos que desde las sombras saben cómo jugar los juegos perversos del vicio. No caeré en el garlito de suponer que uno de esos rostros es el de Steve Wynn. Pero cómo se le parece al de esos mafiosos y corruptos empresarios que pueblan las películas de Martin Scorsese.

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