En México, los
candidatos políticos suelen operar sus campañas electorales con prácticas
clientelistas y mediante la compra masiva de votos. En esto nadie se presta a
engaño. Por eso no ha permeado en nuestro país la big data como nuevo paradigma
electoral. Al menos así se deduce al leer la más reciente publicación del MIT
Technology Review, bajo una leyenda impresa en gran tipografía: “Big data will
save politics”, que resume el análisis de varios artículos científicos sobre la
reelección presidencial de Barack Obama.
Este año habrá
comicios locales en más de 7 estados de nuestro país, y sería un error que los
candidatos no echen mano del intento tecnológico de usar datos personalizados
en sus campañas. No dudo que algún senador o diputado me responda que ya operó
con la big data su anterior campaña electoral. Y tendré que decirle que es un
redomado mentiroso.
En un artículo
anterior recordé que Howard Dean fue el primer político que se valió de la big
data en su célebre nominación como candidato demócrata, la cual perdió por
cierto. Pues bien, su jefe de campaña en aquel entonces, Joe Trippi, narra en
este reciente número de MIT Technology Review el manejo que hizo de esta
innovación electoral, extraída curiosamente del mundo del marketing, y lo narra
con una prosa amena y fluida en un ensayo que todo candidato mexicano debería
leer. Se titula: “Technology has given politics back its soul”.
Y es que Joe
Trippi (uno de los grandes innovadores de la forma de hacer campañas
electorales), no es un político ni mucho menos un administrador público: es un
tecnólogo. En la State University de San José no cursó la carrera de ciencia
política sino de ingeniería aeronáutica. Sus hobbies fuera del aula no eran las
lecturas de periódicos sino el diseño de hologramas, hasta que un día entró
como voluntario en una de las tantas campañas de reelección de Ted Kennedy y
decidió reformar las contiendas comiciales del mundo. Lo consiguió 30 años
después con Obama.
¿Qué hizo en
especial Joe Trippi que tan buenos resultados obtuvo en los comicios
presidenciales de EUA del 2012 y que por irónico que parezca le provocaría el
cierre de puertas en cualquier campaña electoral mexicana? Rechazar la
televisión como medio promocional por excelencia. Desde ahí hubiese recibido la
desconfianza y el recelo de Rodrigo Medina, Margarita Arellanes y muchos otros
políticos altamente telegenéticos (según ellos). Por encima de los medios
masivos, la victoria electoral se consigue con más precisión mediante el uso de
las tecnologías personalizadas, llamadas Peer-to-Peer. Y además son más baratas
que un spot.
La primera
“prueba del ácido” para Trippi fue la campaña electoral de Tom Bradley en 1982.
Dado que las tendencias predecían un empate técnico entre Bradley y el otro
contendiente, sus estrategas electorales decidieron echar el resto a la
publicidad televisiva. Pronto las encuestas se volcaron a su favor pero el
algoritmo de Trippi predijo con oportuna anticipación el resultado electoral final:
Bradley perdería por 93 mil votos. En lo sucesivo, pese a las evidencias, los
candidatos prefirieron apostar a la televisión antes que al algoritmo de Trippi (basta recordar que Hillary
Clinton perdió la nominación demócrata ante un casi anónimo Barack Obama, porque
apostó el mayor porcentaje de sus recursos a la TV).
No exagero:
Obama se reeligió como Presidente en el 2012 gracias a la big data, y a pesar
de su deteriorada reputación como estadista. El algoritmo de Trippi, que costó
la friolera de 100 millones de dólares, detectó en automático los posibles
votos duros, los indecisos y hasta los que podrían cambiar de parecer en el
último minuto. Fue la magia de la analítica política, basada en la analítica
web. Mitt Romney prefirió gastarse esos mismos 100 millones de dólares en spots
de TV y por eso le fue como le fue.
No se cuantos
años tarde la big data para llegar a la política de México. Conocí la
tecnología interna de procesamiento de base de datos que usaron tanto Peña
Nieto del PRI como Vazquez Mota del PAN. Nada que ver con la big data. En todo
caso fueron algoritmos patito, copias pirata de un sistema gringo que cambiará
para bien las contiendas electorales e incluso la forma de gobernar en México.
Ya lo verán pronto los incrédulos.
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