06 febrero 2013

POLÍTICA 2.0: ¿Y MÉXICO PARA CUANDO?


En México, los candidatos políticos suelen operar sus campañas electorales con prácticas clientelistas y mediante la compra masiva de votos. En esto nadie se presta a engaño. Por eso no ha permeado en nuestro país la big data como nuevo paradigma electoral. Al menos así se deduce al leer la más reciente publicación del MIT Technology Review, bajo una leyenda impresa en gran tipografía: “Big data will save politics”, que resume el análisis de varios artículos científicos sobre la reelección presidencial de Barack Obama.

Este año habrá comicios locales en más de 7 estados de nuestro país, y sería un error que los candidatos no echen mano del intento tecnológico de usar datos personalizados en sus campañas. No dudo que algún senador o diputado me responda que ya operó con la big data su anterior campaña electoral. Y tendré que decirle que es un redomado mentiroso.

En un artículo anterior recordé que Howard Dean fue el primer político que se valió de la big data en su célebre nominación como candidato demócrata, la cual perdió por cierto. Pues bien, su jefe de campaña en aquel entonces, Joe Trippi, narra en este reciente número de MIT Technology Review el manejo que hizo de esta innovación electoral, extraída curiosamente del mundo del marketing, y lo narra con una prosa amena y fluida en un ensayo que todo candidato mexicano debería leer. Se titula: “Technology has given politics back its soul”.

Y es que Joe Trippi (uno de los grandes innovadores de la forma de hacer campañas electorales), no es un político ni mucho menos un administrador público: es un tecnólogo. En la State University de San José no cursó la carrera de ciencia política sino de ingeniería aeronáutica. Sus hobbies fuera del aula no eran las lecturas de periódicos sino el diseño de hologramas, hasta que un día entró como voluntario en una de las tantas campañas de reelección de Ted Kennedy y decidió reformar las contiendas comiciales del mundo. Lo consiguió 30 años después con Obama.

¿Qué hizo en especial Joe Trippi que tan buenos resultados obtuvo en los comicios presidenciales de EUA del 2012 y que por irónico que parezca le provocaría el cierre de puertas en cualquier campaña electoral mexicana? Rechazar la televisión como medio promocional por excelencia. Desde ahí hubiese recibido la desconfianza y el recelo de Rodrigo Medina, Margarita Arellanes y muchos otros políticos altamente telegenéticos (según ellos). Por encima de los medios masivos, la victoria electoral se consigue con más precisión mediante el uso de las tecnologías personalizadas, llamadas Peer-to-Peer. Y además son más baratas que un spot.

La primera “prueba del ácido” para Trippi fue la campaña electoral de Tom Bradley en 1982. Dado que las tendencias predecían un empate técnico entre Bradley y el otro contendiente, sus estrategas electorales decidieron echar el resto a la publicidad televisiva. Pronto las encuestas se volcaron a su favor pero el algoritmo de Trippi predijo con oportuna anticipación el resultado electoral final: Bradley perdería por 93 mil votos. En lo sucesivo, pese a las evidencias, los candidatos prefirieron apostar a la televisión antes  que al algoritmo de Trippi (basta recordar que Hillary Clinton perdió la nominación demócrata ante un casi anónimo Barack Obama, porque apostó el mayor porcentaje de sus recursos a la TV).

No exagero: Obama se reeligió como Presidente en el 2012 gracias a la big data, y a pesar de su deteriorada reputación como estadista. El algoritmo de Trippi, que costó la friolera de 100 millones de dólares, detectó en automático los posibles votos duros, los indecisos y hasta los que podrían cambiar de parecer en el último minuto. Fue la magia de la analítica política, basada en la analítica web. Mitt Romney prefirió gastarse esos mismos 100 millones de dólares en spots de TV y por eso le fue como le fue.

No se cuantos años tarde la big data para llegar a la política de México. Conocí la tecnología interna de procesamiento de base de datos que usaron tanto Peña Nieto del PRI como Vazquez Mota del PAN. Nada que ver con la big data. En todo caso fueron algoritmos patito, copias pirata de un sistema gringo que cambiará para bien las contiendas electorales e incluso la forma de gobernar en México. Ya lo verán pronto los incrédulos.                

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