26 febrero 2013

NECEDADES DEL SEÑOR FRIEDMAN


El señor Thomas L. Friedman, un popular columnista de The New York Times, acaba de profetizar, tras una visita rápida a la XXVIII Reunión de Consejeros del Tecnológico de Monterrey, que México será la primera potencia económica mundial del siglo XXI. Esto, pese a “los cárteles del narcotráfico, las organizaciones criminales, la corrupción gubernamental y el débil Estado de derecho que merman la nación” “(El Norte: 24/II/13).

En ese mismo artículo, el señor Friedman aclara en desagravio nuestro que “ésa es la mitad de la historia” y basa su profecía en débiles referencias cuantificables: “México ha firmado 44 acuerdos de libre comercio, más que cualquier país en el mundo”. Luego remata: México recupera participación del mercado manufacturero de manos de Asia y atrae más inversión global que nunca en autos y productos aeroespaciales y del hogar.

De ciertas cifras selectivas de la economía mexicana, el señor Friedman deduce una “exuberancia irracional” (como dice Alan Greenspan) para México, como queriendo quedar bien con nosotros, sus amables anfitriones. Pero con astucia, o interés pecuniario, sólo nos cuenta “la mitad de la historia”.

Por ejemplo, menciona a las compañías de arranque tecnológicas que están surgiendo de la población joven de México: “el 50% del país tiene menos de 29 años, gracias a las baratas herramientas de innovación de código abierto y a la computación de nube”.

Pero estas cifras se nos caen de las manos cuando las comparamos con otros países de América Latina como Brasil, Argentina, Chile y Colombia, donde la brecha digital se ha cerrado mejor y el ancho de banda ha crecido con más rapidez que en México, un país marcadamente deficiente en ese rubro tecnológico.

No pretendo tender un manto de sospecha sobre los pronósticos tan halagüeños del señor Friedman sobre México, ni mucho menos: ¡Qué más quisiera uno ser nativo de la principal potencia económica mundial! Pero he leído de cabo a rabo las dos obras más recientes del señor Friedman y no recuerdo ningún párrafo que haga referencia a México como el país encaminado a ser la primera potencia mundial como ahora lo proclama. No recuerdo ninguna alusión en ese sentido en “The World is Flat” y menos en “Hot, Flat and Crowded”.

En el primer libro se menciona muy de pasadita a nuestro país, pero su modelo de potencia futura es la India y punto. Curiosamente así lo decretó el muy oportuno señor Friedman luego de visitar a las principales empresas tecnológicas de Bangalore, India.

Ignoro qué tipo de charla privada con los potentados hindúes convenció al señor Friedman, en aquel entonces, de entronizar de esa manera al pueblo de Gandhi y Nehru, pero su personalísimo Top Ten le duró sólo un par de años hasta que fue invitado al ITESM de Monterrey. Entonces, como por arte de magia, desbancó a la India del podium para otorgarle la medalla de oro a México: un honor que compartimos todos los mexicanos… si de verdad fuera honesta su apreciación.

¿Pero lo es? Ojalá, aunque no sería la primera vez que se equivoca el señor Friedman. Ya metió la pata cuando le dieron el Pulitzer por su célebre teoría “De los actos dorados”, una tontería académica que decía algo así como que entre países donde existen sucursales de McDonald´s desaparecen los conflictos diplomáticos.

Luego se mereció de nuevo un Pulitzer entre otros “hallazgos” intelectuales por acuñar el término “glocalización”, ya utilizado en Harvard muchos años antes que él.

Es propio de gente educada agradecer el cumplido que nos extendió a los mexicanos el señor Friedman. Sin duda lo atendimos en Monterrey con la correspondiente gentileza regia que suele ser bien remunerada cuando de gurús extranjeros se trata.

Se dice que pronto el señor Friedman sustentará una conferencia en privado con grupos empresariales en Colombia. Sólo espero que tras esta última visita a Medellín no nos desbanque sin más ni más del primer lugar de potencia económica mundial para sustituirnos por el país de García Márquez.

Porque entonces sí el señor Friedman será más oportunista que aquellos generales rebeldes que en “Cien años de soledad” traicionaron al coronel Aureliano Buendía y que le hicieron perder las 32 guerras por el triste motivo de comprarles su tan voluble como mercantilizada conciencia.               

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