Ha sido parte de la historia
secreta de mi generación y de las sucesivas. Podrán confesarlo o no, pero los
jóvenes mexicanos de la pasada década descargaron de manera directa diez
millones de visitas en un dominio web de alojamiento de archivos clandestinos,
de acceso confidencial, para bajar películas, videos, textos con copyright, y
otros servicios aparentemente ilegales, que se fundó en 2012, y que más que
infringir los derechos de autor, dibujó un nuevo modelo de negocio, hasta que
el FBI lo cerró arbitrariamente en enero de 2012, fincando cargos a su autor
por casi 30 años de cárcel.
Se llamaba Megaupload y lo diseñó
uno de los tipos más extravagantes y geniales del mundo actual, apodado Kim
Dotocom, con la intención de albergar de forma gratuita grandes volúmenes de
datos con los más diversos contenidos en línea. El usuario podía conseguir
archivos subidos por un anónimo, como películas y series de televisión, de más
de 1 GB, y si se registra formalemente, Kim Dotcom le abría la opción de
descargar más de 100 GB de archivos almacenados. Todo un milagro de la
informática y la cultura de las redes sociales.
No defiendo al autor de esta
proeza, aparentemente un bandido de siete suelas rubio, regordete y seductor de
modelos de pasarela, que nació con el nombre real de Kim Schmitz, en Kiel, Alemania, el 21 de enero de
1974, y que ha sido condenado por piratería, fraude informático y de tarjetas
de crédito en mas de diez países, oculto bajo el apodo de Kimble.
El truco para ganarse en pocos
meses más de 1.5 millones de dólares –el primero de sus planes maestros – fue
fintear ante varios inversionistas que contaba con más de 67 millones de
dólares, a fin de que le compraran las acciones de LetsBuylt.com, una empresa
inventada por él sobre las rodillas, sin activos reales.
Esta carrera innovadora y riesgosa
que ha bordado cínicamente el perímetro de la ilegalidad, lo volvió uno de los
millonarios más poderosos de Nueva Zelanda, su reciente país de adopción y lo
ha hecho pisar la cárcel en más de cinco ocasiones. Kim Schmitez, alias Kim
Dotcom podrá ser un pícaro de alta escuela, pero nadie negará que es uno de los
artífices de la fortaleza de las P2P, de las páginas de enlace, y en general de
la circulación de contenidos y el derecho a compartirlos siempre y cuando no
tenga ánimo de lucro, que es la base de Internet.
Entiendo que este tipo de páginas
de descarga que abre la creación artística a múltiples canales de difusión, es
un golpe al epigastrio de los grandes monopolios de la industria del cine y de
la música, habituados a un modelo de negocio antiguo y abusivo, donde las
mayores utilidades las gana un simple mediador, y los verdaderos autores
creativos apenas reciben migajas económicas.
Pero aún falta mucho tiempo para
perfilar el nuevo ecosistema comercial de las redes sociales, donde los autores
dirigen su obra artística al público consumidor, sin intermediarios, y lo
beneficiarios de las utilidades serán aquellos facilitadores que remolcan al usuario
la obra artística.
Bajo este tenor, Kim Dotcom acaba
de relanzar su Megaupload con otro nombre, Mega, con más de 50 GB de
almacenamiento estándar puestos en la nube, y a partir de un eslogan revelador
de los nuevos tiempos que corren: “Bigger, Better, Faster, Stronger, Safer”
(Más grande, mejor, más rápido, más fuerte, más seguro).
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