En México un grupo de
bloggeros, twitteros y usuarios de Facebook han puesto como tendencia o
trending topic al comunismo chino. Que nadie se sorprenda con este anacronismo:
Mao está de moda en las redes sociales y su “Libro Rojo” es un abrevadero de
posts y frases motivadoras para toda ocasión en el mundo digital.
No se trata de una parodia sino de
un homenaje a un modelo alternativo de poder político y económico que floreció
muchas décadas antes de que naciera el más viejo de estos fans del social
media, cuyas edades oscilan entre 20 y 30 años. Toda una proeza de
reencarnación de ideales revolucionarios originado en un régimen que (por
cierto) abolió de un plumazo la reencarnación budista, entre otras muchas metafísicas
poéticas.
Lo que olvidan nuestros fans
maoístas es que al régimen chino no le gusta Internet y suelen darle sarpullido
las redes sociales o cualquier otra forma de colectivismo que no sea el
decretado por ellos. Y los twitteros regios deberían recordar que el Twitter
chino, llamado Weibo, acaba de ser censurado por el gobierno mediante trampas
tecnológicas tan ingeniosas como despiadadas.
Por ejemplo, cuando un usuario
menciona una palabra prohibida por la censura, el algoritmo de Weibo retrasa al
menos 10 días las actualizaciones de su cuenta personal, a fin de que el
comentario pierda actualidad y, por ende, eficacia. Eso sin contar con que si
el usuario insiste en sus blasfemias políticas, termine con todo y su equipo de
cómputo, su Iphone o Ipad en una de aquellas legendarias mazmorras chinas (y sin wifi, lo que es peor).
Los usuarios regios que tanto
defienden en redes sociales la ideología de Mao se escandalizarían si el
gobierno mexicano los obligara a identificarse al navegar en la red con sus
nombres reales. Y tampoco aceptarían que, para no ser acusados de cómplice de
un ilícito de carácter político, tuvieran que delatar a sus compañeros de
Facebook o de Instagram.
No sería la solución a tamaño
despropósito que las nuevas generaciones twitteras, se pudieran intercambiar
los papeles, y los usuarios chinos (tan censurados allá) se vinieran para acá,
y los usuarios regios (tan libertinos aquí), se fueran para allá. ¿Quién
saldría perdiendo? De seguro los usuarios chinos, menos expuestos en Monterrey
a ser censurados por el gobierno, pero más en riesgo a ser levantados por los
mañosos.
Y es que, como decía Chopin, todo
tiene sus bemoles.
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