Pocos conferencistas en temas empresariales tan profundos y amenos como David Konzevik. Participé en una sesión de más de dos horas con él y garantizo que el interés de su charla no decae ni para agarrar vuelo.
Konzevik es un argentino avecindado en México que no tiene portal en Internet, carece de blog, de página en Facebook, de canal en Youtube y no publica libros ni ensayos ni artículos ni post. Es un conferencista que no admite colados a sus exposiciones, que dosifica sus apariciones públicas, que prohíbe grabarle sus alocuciones y como cereza del pastel, deteste que le hagan entrevistas.
Pero es un genio de los pies a la cabeza. Tan impresionado quedó Lula da Silva de sus consejos, que después de conocerlo, el ex Presidente de Brasil se la vive repitiendo a la menor provocación la frase más ingeniosa de Konzevick: “El poder es como el violín: se toma con la izquierda pero se toca con la derecha”.
Y Konzevick lo toca especialmente en la cuerda más aguda del desarrollo empresarial de México: las PYMES. Durante el sexenio de Felipe Calderón las pequeñas y medianas empresas no despegaron como prometían. ¿Por qué?
Pende la sospecha pública sobre el Fondo PYME; sus apoyos a la inversión productiva son discrecionales y en buena medida opacos y selectivos. El Fondo PYME ayudó a muy pocas empresas medianas y pequeñas, a mejorar sus procesos. Y el financiamiento en general y el crédito en lo particular no fue claro ni transparente. Dice el Presidente Peña Nieto que rediseñará el Fondo PYME, creando el Instituto Nacional del Emprendedor. Habrá que verlo.
Si uno atiende las palabras de Konzevik, desde su propio origen el Fondo PYME es un contrasentido: ¿a quién debe apoyar realmente? ¿a las empresas familiares? Wal-Mart es una empresa familiar y no ocupa apoyo público sino al contrario. ¿A las empresas caseras? Apple, Google y Amazon comenzaron en un garage, fueron caseras por un buen tiempo y nunca ocuparon que el gobierno la diera el menor estímulo.
Por ende, los sistemas de selección del Fondo PYME son equivocados. Es mejor fijarse otros criterios: apoyar a las compañías lentas para que sus procesos internos cobren rapidez; respaldar a las empresas aisladas para que puedan conectarse al mundo digital y den satisfacción a sus clientes. Y enseñar a los emprendedores a que tomen riesgos.
En México, país de grandes monopolios en telecomunicaciones y hasta sindicales, no se valora en su justa dimensión asumir riesgos no asegurables y vivir con ellos. La culpa es de una educación mediocre y del rol negativo de los medios masivos: mientras en México la mayor audiencia la tienen las telenovelas, en China el programa de televisión con más raiting actualmente es un reality para resolver problemas matemáticos. ¿Se entiende la diferencia?
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