13 noviembre 2012

TAXI 2.0


Hace unos días viajé a la ciudad de México. Apenas abordé un taxi sobre Avenida Insurgente, cuando el chofer – un joven animoso y lenguaraz del mero Santa Julia--  se desvivió en elogios en torno a una nuevo sistema en línea llamada Taxi Aviso. “Bájela en su Iphone, está bien chida”. No se equivocó. Taxi Aviso fue diseñada para teléfonos Inteligentes y alerta al usuario ipso facto si el vehículo que pretende abordar tiene su concesión en regla, porta placas legales, demás de desplegar los antecedentes de su propietario y del chofer que lo conduce. Todo en un santiamén, con solo descargar la aplicación. 

Lo más interesante consiste en que, previo registro en un formato confidencial en línea de nuestros datos personales, se informa a los familiares cercanos –los que ingresamos en el formulario— la misma información del taxi que abordamos. Y si aún así somos víctimas de un delito, basta con que el usuario aplane un botón de su celular, para que se de aviso al Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, y se reporte a la patrulla más cercana, para que vaya en su auxilio, gracias al GPS integrado. Dado que el sistema es una buena medida en contra de la inseguridad, investigué más a fondo sobre sus funciones. Y busqué a su creador, un joven universitario chilango, experto en programación, llamado Emilio Güemez.    

Emilio advierte que Taxi Aviso es un servicio pendiente de patente. Le recuerdo que las patentes tardan usualmente en México casi 4 años en acreditarse y es imposible que se les pueda otorgar a aplicaciones de Internet, las cuales generalmente están apoyadas por servicios de GPS, Google Maps e infraestructura de Apple, Android, etcétera, por lo que adjudicarse una sola empresa el mérito de su creación exclusiva, sería abusivo y mentiroso. En este tipo de colaboraciones plurales, es donde mejor se aplica el término de inteligencia colectiva. Pero bajo este mismo argumento, se descarta cualquier acusación de piratería que pudiera cometer Güemez, según algunos malquerientes suyos que alegan que Taxi Aviso es una mera copia de Hey Taxi, otra aplicación exhibido en varias ferias tecnológicas recientes. Por curiosidad las he comparado (conozco el código fuente de ambas) y no hay tal copia: son aplicaciones distintas y para fines distintos.

Lo cierto es que la programación de Taxi Aviso es también similar al servicio telefónico y a su vinculación con una plataforma web que en Dickens Group creamos hace apenas un año en exclusiva para la gente de Nuevo León, y que bautizamos como Ya Vas, con la diferencia de que nuestra aplicación reportaba a partir de los teléfonos inteligentes balaceras y secuestros en las calles y avenidas, y no tanto a taxis irregulares. Otra diferencia con Taxi Aviso estriba en que la modalidad chilanga costó en su ejecución varios millones de pesos y la nuestra fue totalmente gratis, se bajaba también tanto a sistemas Android, IOS, así como a BlackBerry (la de Taxi Aviso no pude hacerlo) y fue operada por un grupo de programadores voluntarios que no cobramos ni un peso, eso sí, bajo la indiferencia y el valemadrismo ya usual del Gobierno del Estado.

¿Podemos hacer de nuevo una aplicación similar en Nuevo León a la de Taxi Aviso? En cuestión tecnológica y echando mano de programadores altruistas desde luego que sí. En términos de iniciativa oficial, ya es otra cosa. El Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Nuevo León, a diferencia del que opera en la ciudad de México, sólo se limita a informar los “grandes avances” que en materia de seguridad pública se registran oficialmente en este Estado, sin proponer un solo programa preventivo eficaz, que remedie en algo la intranquilidad y la zozobra que vive un ciudadano al abordar cualquier transporte público. Así ni cómo.

Imposible, también, si la Agencia Estatal del Transporte sigue circulando por un carril, y la conciliación e innovación tecnológica por otra. Eso sin contar con que, si hubiese algún atisbo de visión en el gobierno, podríamos mejorar la aplicación, incorporando al sistema de protección digital no solo al usuario, sino también al taxista. Ya es tiempo de que pensemos en los choferes de vehículos de transporte público, tan amenazados por la delincuencia organizada. No todos son halcones, pero sí la mayoría son padres de familia y jefes de hogar. Vamos pensando en ellos y dejemos de una vez la filosofía impulsada en el Palacio de Cantera, de “sálvense quien pueda”. La inteligencia colectiva no conoce la frase oficial de encomendarse cada quien para su santo.  

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