En una reciente reunión en San Pedro con gerentes de bancos,
expliqué las ventajas para las instituciones de ahorro y crédito de la minería
de datos. Algunos de estos ejecutivos –los pocos que no me vieron con asombro--
me replicaron que tal procesamiento de información ya lo usan desde hace
algunos años; advertencia irrebatible si no fuera porque lo usan mal.
La minería de datos sería una herramienta excepcional para
descubrir patrones de comportamiento de sus clientes, y brindar más beneficios
con servicios extras (hasta hoy, la diferencia entre un banco y otro no estriba
en las tasas de interés que ofrecen, tan homogéneas, o en las comisiones tan
altas que aplican por igual), sino en rubros como la atención al cliente y en sólo
un par de servicios extras.
Los bancos en México tienen mucho que aprender de Facebook, por
ejemplo, en el uso lícito, pero ventajoso en extremo, de sus respectivas
minerías de datos. Ambos tipos de negocios, tan opuestos en otros sentido,
manejan bases de datos similares, con información puesta al día minuto a minuto
de nuestras transacciones económicas cotidianas, gustos, hábitos de consumo,
desplazamiento propios, y hasta manías y vicios personales (digamos que incluso
inconfesables). Pero los bancos no saben usar esta preciosa información más que
para amedrentar a sus deudores insolventes, o para enviarnos a nuestros
smarthpones publicidad estándar, invasiva de nuestra privacidad y de pésimo
gusto: no te personalizan los servicios “en línea” y te endilgan productos sin
atractivo real para ti.
En materia del uso de su minería de datos, y en general de su
manejo en redes sociales, los bancos en México viven hechos un lío y están a la
zaga de las prácticas innovadoras. Ahora, la visión de largo alcance es
atributo de las empresas “puntocom”, de las que debería aprender todo gerente
bancario mexicano como mis amigos de San Pedro: tienen en sus manos información
privilegiada de cada uno de sus clientes pero estas herramientas de
conocimiento no las usan creativamente, sino sólo para acumular malestar entre
sus usuarios, perseguidos y acosados por los departamentos de cobranza.
Sería un gran avance en México que las instituciones bancarias
abrieran en Internet opciones de servicios como créditos hipotecarios o incrementos
en la línea de crédito pero de manera personalizada, para que no se ofrezca un
producto del que ya cuenta su cliente. Es decir, que mediante la minería de
datos, primero precisen si el usuario goza ya de un crédito para adquirir
vivienda, y de no ser así, lo inviten a aperturar uno, calculando incluso de
cuánto sería el préstamo. De igual manera en el caso de las tarjetas, sería
ideal que con base en el historial crediticio personal, se analizara si es o no
sujeto de aumento de crédito.
Otra opción de buen uso de la minería de datos bancario sería
añadir a los avisos por smarthpone de nuestros movimiento de cuenta personal
las comisiones que nos cargan. Y no estaría de más un agregador de opiniones
de usuarios bancarios sobre el buen
o mal trato que nos dan en establecimientos comerciales como bares,
restaurantes y tiendas de autoservicio.
Por ejemplo, en el antro La Puerta de Alcalá, en Plaza Las
Villas, meseros y responsables de la caja aumentan abusivamente el porcentaje
de propinas en las cuentas liquidadas por sus clientes con tarjeta de crédito, pues
al cabo la víctima descubrirá el abuso en su estado de cuenta hasta el día
siguiente. Como ese fraude es frecuente en ese negocio del sur de Monterrey,
sería muy bueno contar con un mural digital en los portales de los bancos para
que los clientes intercambiemos ese tipo de información que nos afecta a todos.
¿Más sugerencias para que los bancos utilicen sus bases de datos
en beneficio de sus clientes? Una que considero central: hacer publicidad
personalizada inteligente: esto se opera sólo si se geolocalizan las compras
con nuestras tarjetas de crédito, se fijan patrones sobre el tipo de comercio
que frecuentamos como clientes y se detectan los horarios usuales de nuestros
consumos, categorizando los ingresos y datos de cada usuario en particular.
Claro está, el futuro próximo apunta a que los smarthpones
desplacen a las tarjetas de crédito. Y es que es un hecho que a mediano plazo,
salvando el actual temor comprensible del mexicano al fraude cibernético, el
celular será una vía más cómoda y segura que el uso de tarjetas con su evidente
riesgo de clonación. Además, la comisión del pago en línea, por teléfono,
tenderá a ser mucho más barato que el uso de nuestras tarjetas de crédito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario