26 octubre 2012

EL FUTURO DE LAS EDITORIALES


En la pasada Feria de Libro de Monterrey se habló profusamente de e-books, de esos maravillosos dispositivos portátiles llamados e-readers, y de la diversidad de posibilidades de lectura que se abren en esta era digital. Pero en la práctica fueron muy pocas las editoriales que en Cintermex ofrecieron este tipo de opciones y menos la que promovió como modelo de negocio el ITESM.
Con su Kindle y su infinidad de libros digitalizados y en venta en su tienda virtual, Amazon dio un salto gigantesco en la adquisición de conocimiento y en la evolución cognitiva del cerebro humano, pero también nos encamina a un monopolio de la lectura en línea de no fomentarse la creación de nuevas editoriales en formato físico y virtual.
Son pocas las editoriales mexicanas que pueden ofrecer directamente a sus lectores un catálogo de e-books y nulos los usuarios que se atreverían a comprar y luego bajar un texto digital en uno de estos portales “punto-eme-equis” poco menos que clandestinos y perdidos en el universo de Internet.
Si a esto añadimos la explosión de sitios web como www.lulu.com donde cualquier usuario puede mandar imprimir en un par de días un tiraje pequeño o grande de su libro personal, evadiendo el enfadoso trámite de evaluación de comités editoriales, caemos en la cuenta de que el futuro no pinta prometedor para las empresas que ofrecen buena literatura.
Lo digo con todas sus letras: las condiciones actuales apuntan para el cierre de editoriales nacionales para el 2013, además de escasos incentivos del Estado para que este tipo de empresas salten del formato físico al digital, y un próximo monopolio de Amazon de los e-books en el mundo, con algunos arañazos de Barnes & Noble en EUA y Casa de Libro en España. 
Este nuevo panorama editorial no ha terminado de asentarse completamente en México porque hasta la fecha la lectura online, en smartphone, o en tableta (recordemos que el e-reader es el dispositivo y el ebook es el contenido) sigue sin ser una opción comercial suficientemente competitiva en nuestro país. Mientras las cifras de bibliográfica digital en los Estados Unidos crecen mes con mes y ya rebasan este año las ventas del formato Trade (tapa dura), en México el e-book apenas comprende 0.1% del mercado editorial: una nada.
Con esto quiero decir que la buena suerte todavía permitirá a las editoriales mexicanas ponerse en guardia durante algunos meses, antes de que las cosas cambien. Pero no será por mucho tiempo: Amazon vende en EUA 116 e-books por cada 100 libros comprados en formato físico. Sin olvidar el ejemplo más ilustre: la bicentenaria Enciclopedia Británica cerró el año pasado en su formato papel luego de ser desbancada como medio masivo de consulta por Wikipedia.
Entonces: ¿en cual terreno desconocido deberían experimentar las editoriales mexicanas ante esta debacle? Fácil: incorporando alternativas de multimedia, es decir, donde la lectura convencional se acompañe de video, audio, interacción con el autor en tiempo real y actualización constante de contenido en el mismo e-book. El propio Charles Dickens demostró hace 150 años que una narración no tiene porqué limitarse a ser leída en un solo formato.

Nos conviene explorar esta opción antes de quedar rebasados por el cambio cognitivo de los jóvenes. ¿Cuál es éste? Hábitos de lectura mediante párrafos breves, “twiteados”, intervalos reducidos de atención, participación colectiva en los contenidos y predilección por el formato de hipertexto (lectura no lineal sino horizontal y simultánea).

¿Que a usted al igual que a mí no nos quitarán de la cabeza la idea de leer un libro como Dios manda, con hojas impresas, bien empastado y encuadernado? Claro, con el añadido de que incluso nos darán un pase prematuro para ir a leerlo de por vida en el asilo de ancianos más cercano.  

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