Es como en el antiguo texto sagrado del “Bhagavad-Guita”:
dos familias (los Pándavas y los Kauravas ó los González Moreno y los González
Alcalá) se habían dividido las acciones del ancestral reino (el norte de la
India ó Banorte y Gruma). Pero tras la muerte del monarca Pandu (don Roberto)
la ambición de ambas familias volvió inevitable la guerra en la llanura sagrada
de Kurukshetra.
El caos se desató cuando la ex esposa del magnate
de Cerralvo, Graciela Moreno, ganó hace unos días el litigio para disolver el
fideicomiso creado para proteger la fortuna (mil 900 millones de dólares según
Forbes) por lo que esta inesperada recomposición de fuerzas financieras rompió
el equilibrio familiar finamente preparado por el jerarca.
El principal heredero Pándava, Roberto González
Alcalá (él único que recibió directamente la herencia, no a través de sus hijos
como ocurrió con sus hermanos, Bertha, Graciela, Juan y Mayra) contempla la próxima
batalla contra sus propios parientes y externa sus dudas y titubeos de pelear
contra los suyos. Roberto Júnior controla Gruma en América Latina; Juan González
Moreno opera Asia y Oceanía. Bertha González, por parte, es fiel de la balanza.
Cuando Graciela González se casó con Carlos Hank
Rohn, dueño de Grupo Financiero Interacciones, dejaron abierta la posibilidad
de que sus hijos también participaran en la herencia del fallecido jerarca. Hoy
es momento de volver al campo de batalla. En esas dos familias se ha destruido
el Dharma, el código interno de la vida, como suele pasar de época en época;
como suele pasar en el Kali iugá, la éra de la riña, de la codicia, del choque
entre hermanos; el Kali-iugá que en sánscrito quiere decir “lado marcado con un
uno” (el lado perdedor del dado).
¿Qué hacer? El príncipe Arjuna (Roberto Júnior),
ha repetido en privado que no se siente capaz de fijar su mente inquieta e
inconstante, como la de todos, en contra de sus congéneres que “actúan para la
complacencia de los sentidos y se entregan a las actividades furtivas”. No
sabe, porque no practica yoga como su hermana, que el alma es eterna e
indestructible como le transmite Krishna a Arjuna. “Mi cuerpo tiembla, mi boca
está reseca, mis miembros flaquean, mis cabellos se erizan” (…) “Yo no busco la
victoria sobre mis presentes enemigos. No lanzaré mi arma contra ellos”. Pero
las dos familias González no cuentan con un Krishna (uno de los numerosos
avatares del dios Visnú), que aconseje a los príncipes devotos en contra del
ego, del falso yo y de lo efímero del mundo.
En vísperas de la batalla financiera entre las
dos familias (ese que describe en vena mística el sexto libro del Mahabharata)
ha entrado un tercer actor: Fernando Chico Pardo para adquirir el 23 por ciento
de la corporación líder a nivel mundial en la producción de harina de maíz y de
tortilla. No viene Chico Pardo a subsanar el frágil equilibrio financiero de
las dos familias. Ni pensarlo. Más bien es el emisario, la primera avanzada del
Grupo Atlacomulco para adueñarse de uno de los pocos corporativos que quedan en
manos de nuevoleoneses. La rueca invisible de las grandes fortunas.
Y es que: ¿cuál es el grupo político que ha
llegado de nuevo a Los Pinos después de varios sexenios de haber sido
desterrado del poder federal? El grupo Atlacomulco, del cual se desprende una
rama de la familia de don Roberto: los Hank González. Luego de varios lances de
dados infortunados (los mismos lances que exiliaron a la familia de los Pándavas
al bosque en el Bhágavad-Guita), los hijos de Carlos Hank y Graciela González
también asisten a la víspera del encontronazo financiero. Y lo hacen con un
apoyo de la misma cúspide de la pirámide del poder.
Roberto González Alcalá no puede flaquear, así se
lo han recomendado sus asesores. Dice el Bhagavad-Guita: “Igual que una persona
se quita sus ropas usadas y se pone unas nuevas, también el alma encarnada
abandona el cuerpo gastado y entra en una forma nueva para la manifestación (…).
Arjuna, sé un mero instrumento”.
Roberto Júnior: sé un mero instrumento.
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