Al final de un reciente panel
en la NAB Show 2012, de Las Vegas, que giró en torno al proceso colectivo de
producción de la popular serie The Walking Dead, un grupo de
regiomontanos nos acercamos con el creador del cómic que le dio vida, el sensacional guionista Robert Kirkman.
Este rubio regordete de respuestas rápidas y
gestos apremiantes sabe lo que piden sus fans: historias de zombis que cuentan
más la vida en situación extrema de los humanos sobrevivientes, que sobre los
curiosos hábitos culinarios, el outfit en hilachas y los malos modos de
los cadáveres resucitados.
“Mi serie –nos explicó a los regios que lo
escuchábamos atentos, casi con la boca abierta-- habla principalmente sobre
filias y fobias, cualidades y complejos de los hombres, y sólo periféricamente
aborda el tema de los zombis”. Cuando uno de nosotros le aclaró que existe una
tecnología capaz de ilustrar en altorrelieve digital y sin palabras las
motivaciones de los hombres, Kirkman se nos quedó viendo con ojos inquisidores.
“La tercer dimensión”, tercié “la llamada 3D, que
suele utilizar el cine de terror para destacar a los monstruos, y al Hombre
Araña para escalar los rascacielos de Manhattan a punta de telarañas, puede ser
más apta para subrayar una reflexión de valor o un gesto heroico de tus protagonistas”.
Kirkman lo pensó un instante y balbuceó: “acaban
de dar en el blanco”. Los regios nos quedamos a rumiar esta ocurrencia que en
otro contexto determinado, a partir de otra perspectiva, pudiera convertirse en
una idea creativa. Este otro contexto reside en las campañas políticas y, en
general, en la comunicación institucional de los tres órdenes de gobiernos: la
tercera dimensión pudiera servir para que los slogan, los mensajes y los spots
publicitarios de los candidatos o de las instituciones públicas queden mejor
grabados en el subconsciente de los ciudadanos mediante un nuevo formato que
hasta la fecha, a pocos se les ha ocurrido utilizar.
Casi nadie sabe que la estereoscopía, es decir,
la creación de una ilusión de profundidad en una imagen mediante técnicas que
recogen información visual tridimensional, puede ser una herramienta ideal para
que el cerebro se concentre más a fondo en los contenidos verbales que está
recibiendo de un monitor. La neurociencia lo ha estudiado recientemente con conclusiones
aún pendientes.
Si los zombis que desbordan las pantallas y casi
nos salpican con su sangre en la televisión “3D” pudieran hablar, los
televidentes memorizaríamos mejor sus parlamentos. Pero hasta la fecha, los
zombis no hablan, ni en las películas del genial maestro gore George
Romero, ni en la serie de televisión de Robert Kirkman.
Los regiomontanos regresamos de Las Vegas con un
propósito claro: producir en Monterrey videos en tercera dimensión para
campañas institucionales y para los próximos procesos electorales del 2015,
pero sustituyendo zombis chorreantes de sangre, por candidatos chorreantes de
ideas y mensajes de valores, a partir de un formato nuevo, inédito, que
revolucione la manera de los políticos para comunicarse con sus electores y que
de paso se coman a mordiscos a sus contrincantes.
Se trata de la tercera dimensión, nacida para TV
apenas en 2010, aún en fase experimental en Estados Unidos y cuya función no ha
querido pasar de mero entretenimiento masivo, pero que es una innovación en los
espacios hasta ahora trillados de la comunicación política.
Faltaría resolver un detalle: ¿cómo grabar,
editar y transmitir estos contenidos audiovisuales si la investigación sobre
este formato sigue siendo apenas una posibilidad tanto en México como en
América Latina y no se maneja en contiendas electorales ni campañas
institucionales? Como dicen las series de televisión: “This success story to
be continued”.
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