15 agosto 2012

GOBERNANTES DE XBOX


El dato es revelador: en México varios gobernadores rondan los 35 años, de manera que son parte de la actual generación visual y, apurando un poco el término, de la generación de los videojuegos. No es asunto menor que dichos mandatarios estatales, lo mismo de Veracruz que de Quintana Roo, sean aficionados (a veces con una intensidad rayana en la obsesión) al World of Warcraft, o al futbol del Xbox 360.
A diferencia de sus colegas mayores de 50 años, tales jóvenes políticos registran el mismo tipo de cambio hormonal cuando experimentan vivencias reales que virtuales; es decir, cuando se enfrentan a un conflicto social, que cuando se enfrentan a un adversario en el tenis del Wii. Y no se trata de una broma, sino de un hecho científicamente comprobado.
Ahora bien, advierto que es una tendencia generacional, no un hábito malsano: son apenas una muestra representativa de los 11 millones de miembros de su generación registrados en el mundo digital que sumados, han pasado jugando desde hace 8 años, 50 mil millones de horas, pegados al Internet.
Lo peor es que, por lo pronto, los científicos están de su lado: está comprobado que los videojuegos aumentan la capacidad perceptiva y de toma de decisiones. Los usuarios de videojuegos como el gobernador Beto Borge de Quintana Roo, o como el nuevo novio de la cantante Anahí (la de RBD), suelen mejorar su visión nocturna y la coordinación ocular/manual, sin contar con que manipulan con excelencia objetos en tercera dimensión, saben combinar concentración y gratificación en un videojuego, y liberan dopamina además de otros neurotransmisores, como si practicaran ejercicio físico.
Finalmente, según un reciente estudio de la Universidad de Rochester, como todos los buenos videogamers, estos gobernadores prestan atención a más de cinco cosas a la vez, en comparación con las cuatro cosas que puede atender una persona normal.
El problema nace cuando uno se pregunta para qué carajos queremos gobernadores con capacidad para mirar en la obscuridad, que liberan dopamina todo el santo día y con capacidad para prestar atención a cinco cosas a la vez, si estas cinco cosas no tienen nada que ver con asuntos públicos, sino con líos de faldas y otros devaneos hormonales ajenos a nuestra incumbencia.
Y no traigo a colación las pruebas de que los videojuegos violentos alteran funciones neuronales asociadas al control emocional. El uso compulsivo de videojuegos se asocia también  a sobrepeso, introversión y tendencias depresivas. ¿Algún caso conocido para los lectores de gobernadores gordos, acomplejados y dopados?

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