Si los políticos de la generación de los videojuegos no son los más
aptos para gobernar, como tampoco lo son los mayores de 46, porque de acuerdo
con el British Medical Journal, a partir de esa edad comienza el
declive de nuestras capacidades cognitivas, entonces: ¿quién podrá gobernarnos?
En relación con los
adultos mayores de 46 años, estemos tranquilos. Para empezar, si bien a partir de
esa edad comienza a fallar la memoria y la rapidez para razonar, en otros
aspectos ligados al aprendizaje, no ocurre lo mismo. Sólo por poner un ejemplo,
el vocabulario sigue predispuesto a mejorar con la edad: las capacidades
cognitivas en relación al lenguaje se mantienen en ascenso hasta bien entrados
los 60 años. Es decir, que una buena edad para un gobernante, debe rondar los
50 años.
La explicación neurobiológica es simple: a partir
de los 46 años, aprendemos mejor a afrontar las inclemencias existenciales,
creando nuevas redes neuronales. Contra la opinión generalizada de que se nos
“queman” neuronas, la materia blanca y neurotransmisores de la denominada sustancia
mielínica siguen aumentando con la edad. La ciencia lo define como reserva
cerebral.
También hasta los 60 años se mantiene sin
decremento la inteligencia emocional. La impresión de ser competentes en
nuestros quehaceres nos vuelve generalmente más distendidos, más capaces de
controlar nuestras emociones, menos neuróticos, ya alejados de miedos
irracionales, dispuestos a asumir ideas renovadas, más reflexivos y flexibles.
No es casual que compartir una relación con personas de edad avanzada sea una experiencia
muy disfrutable.
Con la edad, se experimenta la sensación de
resilencia, es decir, de soportar los embates de la vida con paciencia y
sabiduría. Así lo muestra un estudio reciente (junio 2012) de la Universidad de
Wisconsin basado en técnicas de neuroimagen. Las conclusiones de esta
investigación apuntan a que en personas jóvenes la amígdala relacionada con las
emociones se activa en mayor medida que en adultos cuando se les expone a
imágenes negativas.
Si bien jóvenes y adultos mayores reaccionan de igual
manera ante estímulos agradables, los adultos tienen la capacidad curtida
de reducir sus emociones depresivas. Y ante imágenes neutrales, los mayores son
más proclives a procesar en forma positiva el cúmulo de hechos.
En este sentido puede resultar buen colofón
aclarar que los mejores gobernantes no pueden ser personas menores a 45 años.
La ciencia comparte esta opinión, aunque los hechos electorales recientes en
México nos dicten lo contrario. Ni modo: por eso nos va como nos va.
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