15 agosto 2012

LA EDAD DE LOS GOBERNANTES


Si los políticos de la generación de los videojuegos no  son los más aptos para gobernar, como tampoco lo son los mayores de 46, porque de acuerdo con el British Medical Journal, a partir de esa edad comienza el declive de nuestras capacidades cognitivas, entonces: ¿quién podrá gobernarnos?
En relación con los adultos mayores de 46 años, estemos tranquilos. Para empezar, si bien a partir de esa edad comienza a fallar la memoria y la rapidez para razonar, en otros aspectos ligados al aprendizaje, no ocurre lo mismo. Sólo por poner un ejemplo, el vocabulario sigue predispuesto a mejorar con la edad: las capacidades cognitivas en relación al lenguaje se mantienen en ascenso hasta bien entrados los 60 años. Es decir, que una buena edad para un gobernante, debe rondar los 50 años.
La explicación neurobiológica es simple: a partir de los 46 años, aprendemos mejor a afrontar las inclemencias existenciales, creando nuevas redes neuronales. Contra la opinión generalizada de que se nos “queman” neuronas, la materia blanca y neurotransmisores de la denominada sustancia mielínica siguen aumentando con la edad. La ciencia lo define como reserva cerebral.
También hasta los 60 años se mantiene sin decremento la inteligencia emocional. La impresión de ser competentes en nuestros quehaceres nos vuelve generalmente más distendidos, más capaces de controlar nuestras emociones, menos neuróticos, ya alejados de miedos irracionales, dispuestos a asumir ideas renovadas, más reflexivos y flexibles. No es casual que compartir una relación con personas de edad avanzada sea una experiencia muy disfrutable.
Con la edad, se experimenta la sensación de resilencia, es decir, de soportar los embates de la vida con paciencia y sabiduría. Así lo muestra un estudio reciente (junio 2012) de la Universidad de Wisconsin basado en técnicas de neuroimagen. Las conclusiones de esta investigación apuntan a que en personas jóvenes la amígdala relacionada con las emociones se activa en mayor medida que en adultos cuando se les expone a imágenes negativas. 
Si bien jóvenes y adultos mayores reaccionan de igual manera ante estímulos agradables, los adultos tienen  la capacidad curtida de reducir sus emociones depresivas. Y ante imágenes neutrales, los mayores son más proclives a procesar en forma positiva el cúmulo de hechos.
En este sentido puede resultar buen colofón aclarar que los mejores gobernantes no pueden ser personas menores a 45 años. La ciencia comparte esta opinión, aunque los hechos electorales recientes en México nos dicten lo contrario. Ni modo: por eso nos va como nos va.

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