Tal parece que el rumor en Internet es un hábito
a la baja. Entre otras razones porque un investigador del Laboratorio de
Comunicaciones Audiovisuales de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en
Suiza, ha descubierto cómo frenar uno de los principales lastres de Internet y
un potencial enemigo de las redes sociales: el chisme viral.
Con sus diferentes facetas (calumnia, sospecha,
difamación, libelo, mentira) el rumor viral fue una importante arma política de
destrucción de prestigio en la pasada elección presidencial de México. Las
bromas y falsos datos en contra de los candidatos presidenciales punteros se
exponenciaron en el último mes de campaña y catalogaron a uno de ellos como
inepto y a otro como loco de remate.
No aludo a los hacktivists, o ciberactivistas,
que tienen otra connotación, más cercana al proselitismo político, sino a esa
especie de terrorista de la palabra, que siembra una información fraudulenta, y
se queda tan tranquilo, viendo rodar las ruedas de su mentira, potenciado por
la capacidad viral de las redes sociales. Sus efectos de propagación maliciosa
me recuerda una frase de Shakespeare, que profiere Marco Antonio en la obra de
teatro Julio César: “Maldad: estás de pie; toma ahora el rumbo que desees”.
En realidad el rumbo que toma este tipo de maldad
que constituye cualquier calumnia, es plural; no es un rumbo sino una cruce
multiplicado de caminos. La calumnia siempre ha tenido carta de residencia lo
mismo en países totalitarios que en democráticos; su impacto rebasa las épocas,
pero Internet le ha dado una facilidad inusitada y sus consecuencias pueden ser
devastadoras. Una calumnia en redes sociales puede mancillar en un par de
minutos una reputación ganada a pulso por muchos años.
De ahí la importancia del descubrimiento de
Pinto. Este investigador coordinó el diseño de un algoritmo que usa la
viralidad para rastrear hasta sus orígenes cada asunto que se difunde por
Internet. Por ejemplo, alguien ha publicado un chisme sobre Enrique Peña Nieto
en Facebook (uno de tanto que circulan por ese medio) Para que el algoritmo
opere, se tendría que seleccionar un grupo de 15 a 20 personas de los primeros
500 contactos de Peña. Luego, habría que explorar el lapso entre quienes
reciben el chisme y lo propagan deliberadamente. El algoritmo hará el resto
hasta perfilar con una precisión pasmosa, el rostro con los datos generales del
culpable inicial de esa búsqueda.
Este algoritmo anti-chisme, también puede ser
útil para registrar el avance de las epidemias, así como el transporte de
personas. Se pueden medir sus hipotéticos alcances si los gobiernos estatales
destinan una parte de los recursos etiquetados al ramo de seguridad pública
para utilizar este sistema que rastrea los movimientos ocultos del crimen
organizado.
Para diseñar este algoritmo se procesaron las
llamadas telefónicas mantenidas por los grupos terroristas de varios países de
Europa. Pedro Pinto y sus colaboradores universitarios han comprobado
recientemente mediante cálculos matemáticos la identidad de varios terroristas
musulmanes, entre ellos, uno de los autores intelectuales del atentado en
contra de las Torres Gemelas en Nueva York.
Ahora nada mas falta que este algoritmo no llegue
a manos del narco. ¿Se imaginan lo que podría operar el crimen organizado con
él? ¿O ya lo estará operando?
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