19 julio 2012

LA ATREVIDA IGNORANCIA


¿Qué induce a ciertos alcaldes a creerse expertos en desarrollo urbano, en seguridad pública, en vialidad? Un esbozo de explicación reside en un ensayo científico desconocido en México: “Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments”. Tras una serie de experimentos, sus dos autores David Dunning y Justin Kruger llegaron a la siguiente conclusión: no hay nada más atrevido que la ignorancia. La incompetencia es la causa; la imprudencia es la consecuencia.
El complejo de estos ignorantes que se creen expertos, ha sido estudiado ampliamente por la neurociencia y puede sintetizarse así: los políticos que son extremadamente malos en algo tienden a creer que son exageradamente buenos en esa materia.
Hace algunos días, uno de estos nuevos alcaldes incompetentes e imprudentes no cesó de interrumpir en un programa de televisión a dos expertos en materia de desarrollo urbano. Además de confirmar la tesis de Dunning y Kruger, agrego otra hipótesis similar: estos alcaldes inventan sus mejores historias sobre asuntos que conocen mal o mediocremente.
Basta preguntar a estos nuevos alcaldes sobre las causas y medios de solución de la crisis económica, el desempleo, el rezago social, la desigualdad global, etcétera, y nos darán con pelos y señales una cátedra, un storytelling que envidiaría por su viveza cualquier sociólogo, economista o politólogo experto. En realidad estos alcaldes no saben de lo que están hablando. Y es que casi nadie se da cuenta de cómo sobreestimamos nuestras propias capacidades. Alcaldes como éstos con problemas para administrar su propia casa, se autovaloran como administradores públicos natos, a quienes les sobra cualquier clase de formación profesional.
Ahora bien, el fenómeno psicológico no es privativo de dichos ediles:  Dolors Reig, una gran amiga y notable catedrática de la UOC, en Barcelona, ha investigado en diversas habilidades y competencias una constante extraña: somos tremendamente optimistas acerca de las propias capacidades, tendiendo a valorar a los demás en términos más negativos a los que serían justos y objetivos. Podemos ser muy mediocres en algo y al mismo tiempo no poseer las herramientas adecuadas para darnos cuenta de ello. “Una cuestión de cognición y metacognición” observa Reig “formando un círculo vicioso.” En suma, si uno no sabe de un tema, difícilmente se dará cuenta.
¿Cómo les quitamos a estos alcaldes su ignorancia imprudente en tantos temas? Mediante entrenamiento lógico y científico para que sean capaces de evaluar su manejo personal. Y es que el pensamiento crítico lo usamos mucho para discriminar el conocimiento de los demás pero poco para evaluarnos a nosotros mismos. Tan cierta es esta máxima que ya imagino la opinión de alguno de estos alcaldes tras leer este artículo: “Pobre del alcalde del municipio de al lado, ya le descubrieron lo imbécil que es y él sin darse cuenta”.  

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