Ayer por la
noche conocí en redes sociales a una nueva amiga de nombre Suleika. Delgada
como la lluvia, 20 años exactos que dilapidan alegría y una malicia que compite
con su ternura sin freno. Vive en Nueva York con sus padres, escribe un blog
llamado Life Interrupted y tiene
cáncer; una leucemia salvaje, rebelde como un potro que no se deja someter. Ni jinete ni
montura ceden. Suleika confiesa que tras el diagnóstico de pronóstico reservado
no tuvo más remedio que crecer más pronto que sus demás compañeros de escuela.
Y madurar. Y dejar el gym.
Suleika abriga
preocupaciones urgentes, que no desvelarían nunca a sus jóvenes amigos: “¿Podré
tener hijos? ¿Cuánto tiempo voy a vivir?” Esta carrera de obstáculos la ha
obligado a hacer una pausa en su vida, justo en la etapa cuando sus compañeros
de generación apenas comienzan la suya.
Para ellos,
cumplir 20 años son una película emocionante: conseguir el primer empleo,
viajar, antrear, emborracharse, conocer al primer amor. Para Suleika, en
cambio, son las químios. Un fastidio.
Al igual que
sus amigos, Suleika deberá decidir qué quiere llegar a ser cuando sea mayor.
Pero aclara tiernamente: “siendo yo una joven paciente de cáncer, es difícil
hacer planes cuando se está luchando por la propia vida”. Paciente impaciente,
la dulce niña.
Son muchos los
casos similares a los de Suleika: los afectados con una dura enfermedad
escriben blogs, conviven en redes sociales, Facebook,
Twitter, Pinterest y comparten sus vivencias. El primero que lo hizo fue el
periodista Jeff Jarvis: escribe un blog con entradas diarias llamado BuzzMachine sobre su lucha contra el
cáncer de próstata que padece desde 2005.
Sé de críticos
que acusan tanto a Jeff como a Suleika por exhibir morbosamente su intimidad.
Ni modo: a los dos les vale madre. Y hacen bien: la privacidad que uno mismo
hace pública no es obscenidad, si se trata de problemas de salud. En México nos
sentimos culpables cuando enfermamos de algo grave y eso sí es un prejuicio
obsceno: no asumimos las cosas con naturalidad.
Suleika es
práctica. Escribe sobre cosas que pueden mejorar la salud de enfermos como
ella. Por ejemplo, insiste en que cada vez que los pacientes platican sobre su
enfermedad, en especial con personas que padecen el mismo mal, se crea
información personal y clínica, datos de medicamentos, recetas, consejos,
prácticas de salud que nunca antes se habían registrado.
Suleika
comenta que dos hermanos, también jóvenes, Sthepen y James Heywood revolucionan la
práctica médica en EUA. El menor de ellos, Sthepen, padeció una
enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular que le paralizó el cuerpo llamada
ELA (esclerosis
lateral amiotrófica). Junto con su hermano creó una comunidad
gratuita llamada PatientsLikeMe.
En esta
plataforma (una de los más sorprendentes y útiles de la red, muy por encima de
Facebook) la gente con una enfermedad grave comparte abiertamente y a una
escala imposible años antes, sus experiencias, síntomas y tratamientos.
Los propios
pacientes autogestionan una herramienta para inmediatas comparaciones clínicas
(clinically-valid outcome scale). La
información agregada y anónima sobre tratamientos es analizada por
investigadores, expertos y farmacéuticas que pagan por disponer de estos
depositarios de datos.
El
funcionamiento de PatientsLikeMe
es muy simple: el paciente elige en un menú su comunidad, escribe sus síntomas
y tratamientos y a partir de ahí interactúa con otros cientos de pacientes con
un perfil similar al suyo (edad, género, etapa de la enfermedad). Luego se abre
un ágora virtual sobre los tratamientos que siguen y cuáles han sido sus
resultados.
Stephen
Heywood, el enfermo que creó ese portal, murió a los 37 años, parapléjico. Pero
gracias a la plataforma que fue un start up exitoso desde sus orígenes,
historias clínicas como la suya tendrán un final distinto algún día.
Sería
interesante que en Nuevo León pudiéramos hacer algo similar a lo que idearon
Steven y James Heywood; una plataforma por Internet, en español, sin ningún
costo, en donde los pacientes convivan, escriban sus experiencias, apunten los
medicamentos que toman, las rutinas que siguen, qué cosas les divierten y cómo
sobrellevan su condición.
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