Los medios masivos menosprecian la trascendencia
del movimiento #YoSoy132. Esta irrupción juvenil en el paisaje nacional
puede ser detonador de un cambio radical en la correlación de fuerzas políticas
tan anquilosadas. Una prueba de dicho fenómeno social se puede casi palpar en
la UANL. Cualquier maestro de esta institución académica, lo mismo de FACPYA
que de FIME y, no se diga, de Ciencias Políticas, constatará que los
estudiantes ya no responden tan mansamente a una movilización manipulada en
favor de Peña Nieto, aún cuando sus maestros intenten persuadirlos con la lista
de asistencia o el kardex. Y eso, sin mencionar al ITESM, Ibero, UdeG y,
obviamente, UNAM.
El dato más preocupante, no radiografiado por la
prensa ni por los partidos políticos, es la cada vez más evidente vinculación
entre #YoSoY132 y el movimiento global denominado Anonymous, que
está haciendo de las suyas en nuestro país, y cuyos daños colaterales son más
graves que un simple boicot digital a una página web. Los hackers de Anonymous
ya descargan en portales clandestinos LOIC (Low Orbit lon Cannon),
aplicación diseñada originalmente para probar la resistencia de las redes
informáticas. El truco consiste en enviar grandes flujos de información por
segundo, hasta provocar la saturación y la consecuente pérdida de conectividad
de la red del servidor atacado, que se hace inaccesible dado su gran consumo de
ancho de banda.
Según Oscar Garza, Director de Tecnología de Dickens
Group, a partir de un IRC (Internet Relay Chat), protocolo de
comunicación en tiempo real basado en texto, se opera un ataque coordinado por
todos los usuarios conectados a ese canal, acción que en informática se conoce
como inteligencia de enjambre (hive mind). Al instante se
organiza un conjunto de robots informáticos, ejecutados autónomamente: los
llamados botnet (la técnica más usual de ciberataques). Dado que el DDoS
se detona lo mismo desde Windows que desde Linux, es fácil que cualquier
programador principiante participe como voluntario, sin importar si está en la
ciudad de México, Cancún o Monterrey.
Instituciones públicas y académicas en Nuevo León
no han estado exentas de los ataques de Anonymous por varias horas,
aunque en ninguno de los casos se hizo público. Así ocurrió con el portal de la
UANL, el del Comité Directivo Estatal del PRI, el del Gobierno del Estado –uno
de los portales más vulnerables a nivel nacional–, y una plataforma que Anonymous
difundió masivamente, con supuestas revelaciones de autoridades estatales,
llamado #YaVete, que por varias semanas dio seguimiento en primeras
planas tanto el periódico El Norte como Los Tubos.
Aquí reside lo delicado de la relación entre Anonymous
y #YoSoy132. Se supone que para pertenecer al
primer movimiento, se debe ser un experto programador. Falso: una computadora y
una conexión a Internet da suficiente potencial para tumbar cualquier
plataforma en línea. Y muchos suponen que para formar parte de #YoSoy132,
se debe ser estudiante universitario vinculados a la política, y peor:
estudiante exclusivamente relacionado con el PRD.
Nada más falso. La fortaleza de ambos grupos
reside en que son permeables, compuestos de nodos, por lo que carecen de un eje
o centro, y no se reservan derecho de admisión: puede entrar cualquier hijo de
vecina, con lo que también se disuelve la posibilidad de ser sujetos de
espionaje, aunque algunas autoridades universitarias quieran encontrar
culpables en una simple foto.
En estos momentos, mientras
usted lee incrédulamente este artículo, amigo lector, su hijo puede estar
tumbando una página web o convocando a una marcha multitudinaria desde
su smartphone, sentado en la cafetería de su escuela o en el camión
rumbo a su casa.
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