Fernando
Larrazabal tiene neumonía. Y el cuadro clínico se le complicó ayer. Tuvo que
suspender su campaña para atenderse en el Muguerza y no pinta para que mejore
su salud en los próximas semanas. Sus colaboradores guardan el mayor de los
sigilos. Los medios de comunicación, curiosamente, están mudos. Dos rumores se
expande por redes sociales: el primero, que Larry no está de verdad enfermo y
que lo hace para llamar la atención. El segundo, que está más enfermo de
lo que parece. ¿Con cual opción se van ustedes, amables amigos?
Yo
voto por la segunda opción: Larry sí está delicado de salud. Con la neumonía no
se juega. Y la suya es recurrente por haberse tratado mal. Este tipo de
enfermedad pulmonar puede causar cáncer a largo plazo si no se atiende.
Cualquier médico me confirmará lo dicho. ¿Cuánto puede afectar la indisposición
física de un candidato su campaña electoral? Mucho. Sobre todo, si como Larry
es una persona hiperactiva. Y si además tiene que cargar con parte de la
campaña de Margarita Arellanes, candidata a alcalde de Monterrey. Si por un par
de semanas Larry no puede recorrer las calles, visitar electores en sus casas y
organizar reuniones vecinales, las encuestas reflejarán su falta de presencia
pública. No es norma, pero sí es una seria probabilidad: candidato que no es
visto, no es adorado. Ni recordado. ¿Están de acuerdo?
Alfo
Fasci, el otro candidato del décimo distrito federal, opositor de Larrazabal,
sí está recorriendo calles y duerme en casas humildes. Pero hace campaña
criticando al Secretario de Gobernación Alejandro Poiré por los malos
resultados en seguridad pública. Ya apareció en varios periódicos de México.
Igual que hace unos meses, Aldo criticó al Gobierno de Rodrigo Medina por la
inseguridad local. Aunque en aquel entonces, Aldo no andaba de candidato verde
en alianza (¡vueltas que da la vida!) con el partido de Rodrigo Medina. Él
también tiene que cargar en ese distrito federal, con otro candidato a alcalde
de Monterrey, en este caso Felipe Enriquez, con quien pactó colaboración.
Ignoro
si a los vecinos del distrito de Aldo, que abarca el sur de Monterrey, les
impacten tanto los asuntos nacionales. Sí se, en cambio, que les importan mucho
las vicisitudes de su barrio, de su cuadra, de su colonia. Es un asunto de
target, de detección del público-meta, como dicen los publicistas. Es cosa de
marketing. Pero las campañas, por culpa de las actuales leyes electorales,
duran muy poco: apenas un par de meses. Y para convencer a los ciudadanos
cuenta cada día que resta, cada minuto, cada segundo. Además de que las
elecciones deben ganarse siempre por knock out, no por decisión de los
jueces.
¿Quién
creen ustedes que a estas alturas esté más distante de los vecinos del Décimo
Distrito Federal: Larry o Aldo? Hagan sus apuestas y cierren las puertas
señores. Yo mismo voy a soltar: Larry está de momento fuera por enfermedad.
Aldo está al margen por atender la agenda nacional. Sin embargo, en las
campañas, la gente quiere candidatos que se apersonen en carne y hueso; que
declaren menos, y que escuchen más, que nos deben la mano y nos hagan
propuestas. Y que estén sanos.
Yo se que no tiene la culpa Larry de estar
enfermo. Y se que no tiene la culpa Aldo de estar al pendiente de los problemas
nacionales. Es la naturaleza de cada quien. Pero si a la gente no nos gustan
funcionarios de medio turno, menos nos gustan candidatos virtuales, de notas
periodísticas, que no estén con nosotros en vivo y a todo color. O sea,
queremos candidatos que hagan campaña y funcionarios que funcionen. Así de
simple. ¿O es mucho pedir?
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