11 mayo 2012

AMOR EN TIEMPOS DEL FACEBOOK




Un vecino de San Pedro, amigo mío, de cuarenta y dos años, trabaja como asesor financiero en la casa de bolsa Value. Cierta mañana, mientras sigue los números de los mercados en su Mac, inventa un nickname para una nueva cuenta del chat.

Del otro lado alguien (aparentemente una mujer) le dice: hola. Él, contesta: hola. Y poco a poco, semana tras semana, mientras asesora clientes, nuestro vecino de San Pedro comienza un intercambio de frases con aficiones falsas, alusiones a su vida ficticia y pequeñas confesiones. Puro invento.

Pasan los meses y el diálogo virtual continúa: se citan cada hora determinada de la tarde en el chat y comparten su supuesta intimidad en ese espacio virtual. Pero el vecino de San Pedro, avivado ya su instinto de seductor, da un paso audaz y empujado por la casualidad de vivir en la misma ciudad, invita a su amiga virtual a conocerse en persona.

Deciden verse una noche en el Silvanos de la plaza 401, un restaurante discreto y a la vez acogedor para una cita romántica. Se juntan, al fin, obligándose a compartir la consecuencia de saltar de la Mac a la escena real.

Pero la mujer que entra en el Silvanos, reconoce en el vecino de San Pedro a su marido y éste, a se vez, se encuentra ante su esposa, la mujer con la que estuvo chateando durante meses. Moraleja: de verdad que hay gente pendeja. 

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