En el derrocamiento del gobierno autoritario de Túnez, las redes sociales tuvieron mucho que ver. Para ciertos analistas políticos, como Ethan Zuckerman, este fenómeno de insurrección social puede ser definido como la primera revolución Twitter de la historia. En realidad, no ha sido la primera vez que la tecnología digital ni las redes sociales en línea han participado como medios efectivos de comunicación alternos entre activistas políticos. Ya la habían utilizado con los SMS de sus smatphones, los hashtag de Twitter y los mapas virtuales los estudiantes británicos que en el año 2010 protestaron contra el alza de tasas universitarias a las puertas del Parlamento en Londres. Y antes, aunque con menos éxito, el movimiento antiglobalización que en el año 2001 convocó a la movilización social mediante el “pásalo” trasmitido por la rebasada Indymedia.
Pero fue durante la crisis política de Kenia, en enero de 2008 cuando el uso de las tecnologías digitales mostró su relevancia avasallante. Vale la pena recordar aquella experiencia. Un grupo de programadores kenianos, bien llamados hacktivistas, opuestos como la mayoría del pueblo a la corrupción y el fraude electoral del presidente Mwai Kibaki, crearon una plataforma de Internet, un motor para “gestión de crisis” que recibía los reportes de atentados milicianos y violencia del Estado. Ubicaron los casos de represión en un mapa virtual donde los internautas podían visualizar casi en tiempo real los puntos neurálgicos del conflicto. La plataforma geoespacial recibía información anónima de miles de ciudadanos inconformes, mediante mails, SMS y blogs; la codificaban mediante OpenLayers y archivaba en JavaScript, aprovechando los servicios gratuitos de Google Maps, Bing Maps y OpenStreetMap. Este software de código abierto recibió el nombre de Ushahidi, que en swahili quiere decir testimonio o testigo.
Ushahidi no expiró después de la crisis electoral de Kenia; creció exponencialmente incorporando aportaciones en su código abierto de programadores y desarrolladores de Ghana, Sudáfrica, Malawi, Holanda y Estados Unidos y se puso al servicio de la defensa de derechos humanos en Africa del Sur y en la República Democrática del Congo. Al Jazeera la empleó para dar seguimiento a los casos de violencia en Garza en los primeros meses de 2009 y sigue utilizándose como herramienta geoespacial para registrar fraudes electorales en la Colombia, Brasil, Bolivia y Venezuela.
En la India se creó http://voterepor.in una herramienta que agrega reportes de SMS, noticias y fotos del proceso electoral desde mayo de 2009, en un país donde las elecciones son un verdadero caos por los más de 3 millones de kilómetros cuadrados de superficie y sus mil cien millones de habitantes. El éxito de Vote Report fue reducido, aunque luego se manejó para el seguimiento del desempeño de sus representantes electos y sobre todo para apoyar las labores de rescate en los atentados de Bombay. En México, se usa para evidenciar, en tiempo real, incidencias e irregularidades electorales como compra de voto, campañas en casillas, padrones rasurados y demás delitos comiciales, creando un sitio que utiliza su código abierto original pero se le agrega la opción de Twitter. El sitio independiente que más ha trabajado en esta plataforma es www.cuidemoselvoto.org
Pero Ushahidi ha sido sobre todo un medio trascendental para apoyar las medidas de rescate de seres humanos en casos de desastres naturales como el terremoto de Haití del 12 de enero de 2010 que costó la vida de más de 150 mil personas sólo en la capital Puerto Príncipe, y es considerado el mayor sismo en ese país en 200 años. Muchas sobrevivientes atrapados y lesionados entre los escombros pudieron ser localizadas y puestas a salvo en el Hospital de Jimaní, el Hospital General Melenciano y los centros de salud, gracias a Ushahidi Haití y en general a sitios web y plataformas como Facebook y Twitter, porque las líneas de comunicación telefónicas se habían colapsado. Gaurav Mishra, uno de los colaboradores de Ushahidi para crear Vote Repor India, dice que la clave de esta herramienta consistirá en darle sentido a la información mediante agregación, etiquetado, filtrado y geolocalización, a pesar de que, en alguna regiones del planeta los gobiernos impiden disponer de datos fiables como sucedió en el conflicto de Rusia y Georgia o entre Palestina e Israel en Gaza.
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