04 marzo 2015

Entre chavos, beatas y dos caballeros besándose

¿Puede uno escapar del consumismo ramplón que domina a los nuevoleoneses? Muchos jóvenes con más de cinco aros en las orejas y piercing en la ceja lo están logrando. Otros, menos visualmente extremistas, se enfundan sudaderas con capucha y discuten por Inbox el nuevo videojuego o desentrañan códigos informáticos y protocolos TCP/IP.
Su rebelión es individual, a su manera elitista, y contrarrestan los comportamientos masivos de consumo, esos que se exhiben en San Agustín, Valle Oriente o Palacio de Hierro, repleto de mujeres que visten, compran y hablan el mismo idioma de la frivolidad.
La clave de la diferencia juvenil frente al conformismo imperante está en evitar el lujo uniformador, el consumo de ropa de marca, la asistencia a los restaurantes tradicionales, la liberación del peso de las convenciones sociales. ¿A qué joven le importó realmente ver sobre Calzada San Pedro o San Jerónimo los anuncios de la obra de teatro “Un corazón normal”, con dos hombres besándose? Lo único novedoso en este escándalo que orquestaron un grupo de damas de San Pedro es que también ellas, tan santurronas y apolilladas, son usuarias de Internet y tienen su cuenta en Facebook. ¡Benditas redes sociales!
La contracultura juvenil existe en Monterrey. Y llegó para quedarse, con sus fiestas rave, sus trueques de mercancía fetiche en los mercados rodantes, su regionalización de la teoría queer, su afición a las carreras 5 y 10K, y sus tatuajes de Bruce Lee o Don Ramón, lo mismo da.
Ante este fenómeno social, lo destacable no son esos panorámicos con fotos de dos hombres besándose – un tema que pasa desapercibido para la mayoría -- sino el intento de los muchachos por diferenciarse; vegetarianos, veganos, flexitarianos, seguidores del movimiento libre de gluten y de la compra de productos orgánicos y regionales. Todos ellos ritos de iniciación a la vida, algunos excesivos para mi gusto (como la obsesión compulsiva por las calorías y la salud personal), pero respetables por su originalidad y su esfuerzo por desarrollar destrezas creativas.
El placer se ha sofisticado en Nuevo León; ha dejado de ser simple ostentación del rango social o autoafirmación de prestigio clasista. Y puedo asegurar que la actual televisión basura, sexista y vulgar, que tanto indigna, se extinguirá como modelo de entretenimiento popular más rápidamente de lo que se piensa.

¿Se acabará el consumismo regio? No. Pero habrá una mayor variedad de tendencias, eBooks, apps, canales de televisión por cable, Netflix, Roku, incluso videos pirata. Espero que aquellos que tenemos más de cuarenta años de vida, tal como las beatas de San Pedro, nos alcancen los años para experimentar tantas novedades y descifrar a dónde va esta explosión de innovación juvenil. Incluyendo la posibilidad de ver panorámicos con fotos de estas beatas dándose besos en sus bocas, con todo y sus largas y castas lenguas torciéndose en placeres inconfesables.

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