“50 sombras de Grey” es
porno blando, de mentiras. No es nociva ni benéfica. Es lo inane: ni fu ni fa.
La contienda interna de candidato a gobernador del PAN en Nuevo León es
cabildeo blando, negociación simplona, de mentiras. Es lo inane: ni fu ni fa.
Los espectadores de la película no se sorprenderán de ver en las escenas más
dizque escandalosas menos carne humana que en un desfile de Victoria Secret.
Los ciudadanos que
contemplamos los reacomodos de lealtades en el PAN nuevoleonés, no nos
sorprende el chaqueteo de Zeferino Salgado en favor de Felipe de Jesús Cantú.
¿Alguna vez fue leal a Margarita Arellanes? No se puede hablar de traición
cuando Zeferino solo es fiel a la aritmética. Como el soft porn de "50 sombras de Grey", el principal aliado
abandonó a Margarita al límite de las elecciones del próximo domingo, la dejó
en la raya, evitó traspasar la frontera de la entrega. Una película que se
quedó a medias. Una alianza que se quedó en veremos. Nada que satisfaga nuestra
curiosidad.
Sólo las jovencitas lascivas
irán al cine a ver “50 sombras de Grey” suponiendo que pagarán por sexo visual.
Sólo Margarita entro a esta contienda suponiendo que ganaría de calle, a pesar
de no contar ya con los recursos de Rojas. Se cree que en el negocio del porno
blando se puede todo, con tal de no ser explícito, y Margarita creía que en el
negocio de las contiendas internas se gana de antemano todo, con tal de no
hacerlo explícito, sólo implícito.
En el fondo, la protagonista
de “50 sombras de Grey” es una insegura que se asume fuerte. La protagonista
del proceso electoral del PAN es una política que se asume fuerte en sus
relaciones de poder y en su manejo mediático, pero es insegura porque se apoya
en estructuras líquidas y (desde ahora), en un solo, frágil aliado: Raúl
Gracia. Ambas figuras, la película y la candidata, acaban en estereotipos: sus
audacias son inofensivas; no son lo que prometen, no dan lo que dijeron. Son
sombras nada más.
El proceso interno del PAN
es predecible: ofrece una candidata obsoleta de antemano, sin propuesta de
valor; simple material caduco. Margarita podrá ganar la candidatura, pero la
contienda quedará manchada por trivialidades. Igual si gana Felipe. La película
“50 sombras de Grey” es más inesperada que una lluvia que moja, que un incendio
que quema: no hay sorpresas. Menos transgresión. Cero audacia. Ninguna
temeridad. Un entretenimiento burdo que se finge osado.
El espectador de la
película y de Margarita vive un placer culpable: el morbo de ver tanta
solemnidad en temas que no merecen nuestro mínimo respeto: ni el sexo ramplón,
de mero divertimiento, ni la política como juego de segundones. Cultura del
espectáculo. Política del espectáculo. ¿Dónde empieza una y dónde termina la
otra? Por mí, mejor leer al Marqués de Sade.
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