13 febrero 2015

Las 50 sombras de Margarita Arellanes


“50 sombras de Grey” es porno blando, de mentiras. No es nociva ni benéfica. Es lo inane: ni fu ni fa. La contienda interna de candidato a gobernador del PAN en Nuevo León es cabildeo blando, negociación simplona, de mentiras. Es lo inane: ni fu ni fa. Los espectadores de la película no se sorprenderán de ver en las escenas más dizque escandalosas menos carne humana que en un desfile de Victoria Secret.

Los ciudadanos que contemplamos los reacomodos de lealtades en el PAN nuevoleonés, no nos sorprende el chaqueteo de Zeferino Salgado en favor de Felipe de Jesús Cantú. ¿Alguna vez fue leal a Margarita Arellanes? No se puede hablar de traición cuando Zeferino solo es fiel a la aritmética. Como el soft porn de "50 sombras de Grey", el principal aliado abandonó a Margarita al límite de las elecciones del próximo domingo, la dejó en la raya, evitó traspasar la frontera de la entrega. Una película que se quedó a medias. Una alianza que se quedó en veremos. Nada que satisfaga nuestra curiosidad.

Sólo las jovencitas lascivas irán al cine a ver “50 sombras de Grey” suponiendo que pagarán por sexo visual. Sólo Margarita entro a esta contienda suponiendo que ganaría de calle, a pesar de no contar ya con los recursos de Rojas. Se cree que en el negocio del porno blando se puede todo, con tal de no ser explícito, y Margarita creía que en el negocio de las contiendas internas se gana de antemano todo, con tal de no hacerlo explícito, sólo implícito.

En el fondo, la protagonista de “50 sombras de Grey” es una insegura que se asume fuerte. La protagonista del proceso electoral del PAN es una política que se asume fuerte en sus relaciones de poder y en su manejo mediático, pero es insegura porque se apoya en estructuras líquidas y (desde ahora), en un solo, frágil aliado: Raúl Gracia. Ambas figuras, la película y la candidata, acaban en estereotipos: sus audacias son inofensivas; no son lo que prometen, no dan lo que dijeron. Son sombras nada más.

El proceso interno del PAN es predecible: ofrece una candidata obsoleta de antemano, sin propuesta de valor; simple material caduco. Margarita podrá ganar la candidatura, pero la contienda quedará manchada por trivialidades. Igual si gana Felipe. La película “50 sombras de Grey” es más inesperada que una lluvia que moja, que un incendio que quema: no hay sorpresas. Menos transgresión. Cero audacia. Ninguna temeridad. Un entretenimiento burdo que se finge osado. 

El espectador de la película y de Margarita vive un placer culpable: el morbo de ver tanta solemnidad en temas que no merecen nuestro mínimo respeto: ni el sexo ramplón, de mero divertimiento, ni la política como juego de segundones. Cultura del espectáculo. Política del espectáculo. ¿Dónde empieza una y dónde termina la otra? Por mí, mejor leer al Marqués de Sade.


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