01 octubre 2014

¿UN STEVE JOBS MEXICANO?

Andres Oppenheimer acaba de publicar un libro “¡Crear o Morir!” para responder a una pregunta fundamental: ¿qué es lo que hace que Steve Jobs haya triunfado en Estados Unidos al igual que Bill Gates, fundador de Microsoft, Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y tantos otros, y miles de talentos de otras partes del mundo no puedan hacerlo en sus países?

La primera respuesta de Oppenhaimer es que el Estado ahoga la cultura creativa. En otros países Jobs no hubiera podido hacer nada por culpa de la exagerada regulación estatal. Sin embargo, el autor se refiere a un reciente estudio del Banco Mundial para darnos una buena nueva a los mexicanos: mientras en Argentina hacen falta 14 trámites para abrir una empresa – así sea un pequeño restaurante – en Brasil 13 y en Venezuela 17, en México, al igual en otros países industrializados como Estados Unidos, sólo hacen falta seis simples trámites.

Según Oppenheimer, México ha reducido sus trabas burocráticas lo suficiente como para producir emprendedores globales de la talla de Jobs. Sin embargo, el autor peca de iluso. Tristemente, la  burocracia en nuestro país es muy diferente a la que supone Oppenheimer y sus tentáculos de papel nos estrangulan día a día hasta hacernos desistir de nuestra intención de montar cualquier negocio, por pequeño que sea.

¿Un ejemplo? Intente abrir un restaurantito en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. Para empezar deberá pagar ante un notario el acta constitutiva de su sociedad anónima, además de darla de alta en el Registro Público de la Propiedad y en el Sistema de Administración Tributaria. Enseguida, deberá tramitar el uso de suelo comercial. A ese procedimiento añada el uso de edificación, el cual amerita cubrir mediante 20 requisitos documentados entre los cuales está la carta de no adeudo, el pago de derechos, el permiso tanto del área de  Ecología como de la Secretaría de Salud.

Tendrá que esperar el dictamen previo de la Protección Civil Municipal, además de elaborar el Plan de Contingencia para que sea aprobado por la dependencia correspondiente. Luego le corresponderá gestionar el permiso de venta de alcohol, someterlo a Cabildo, ser ratificado por la Comisión de Alcoholes, la Secretaría del Ayuntamiento y luego por el Gobierno del Estado. Tendrá que tramitar el visto bueno de la Secretaría Estatal de Salud, pagar otro trámite ante la Secretaría de Fianzas estatal e inscribir su empresa o comercio ante el IMSS, dar de alta en la delegación del Seguro su nómina de empleados y esperar que le caiga PROFECO si cometió alguna irregularidad durante el proceso de venta.


¿Conclusión? La mayoría de los potenciales Steve Jobs de México terminarán como burócratas en alguna dependencia del Gobierno estatal o como dependientes de un OXXO, o escribiendo artículos de prensa para criticar la exagerada regulación estatal. Ahora bien, también puede dedicarse a dar clases de fisiculturismo tántrico. Usted sabrá. 

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