24 octubre 2014

IGUALA: EL ESTILO PERSONAL DE PROTESTAR

El crimen perpetrado en contra de los 43 normalistas en Iguala, provocó ya la renuncia del gobernador de Guerrero Ángel Aguirre y ha descobijado a los tres ordenes de gobierno y a las autoridades públicas, corruptas y coludidas con el narcotráfico. También ha levantado una insurrección doméstica, recogida inusitadamente por los medios internacionales.

Lo interesante del caso, uno de los más trágicos de la historia reciente de México, es que salen sobrando los protagonismos de ciertos activistas sociales, caudillos providenciales y líderes de opinión.

La gente que se ha manifestado por todos los medios de comunicación en México ratifica un principio elemental: cien, mil, miles, son mejor que uno. En otras palabras, la multitud abriga más sabiduría que el más sabio de sus integrantes.

La diferencia entre las recientes protestas sociales y las anteriores registradas en México consiste en que en las actuales no hay primus inter pares: no hay primeros entre iguales. La indignación social no se ha aglutinado en torno a un líder carismático y de verbo flamígero (el único que lo intentó, Cuauhtémoc Cárdenas, fue correteado en el centro de la ciudad de México por los manifestantes) sino gracias a la adhocracia.

Adhocracia quiere decir ausencia de jerarquía y el término lo popularizó Alvin Toffler en su best seller “El shock del futuro”. Suele usarse para definir a las organizaciones flexibles, descentralizadas y antiburocráticas, donde sus seguidores cuentan con el mismo nivel de autoridad en la toma de decisiones y predomina la colaboración simple. Implantada en la esfera del activismo político, la adhocracia crea estructuras temporales, no complejas, para resolver un problema social concreto. Luego se diluye en uno o más cuerpos organizativos diferentes para la consecución de otros fines.


La ausencia de cabezas visibles o protagonismos definidos en el movimiento social para exigir el regreso de los 43 estudiantes de Iguala es una prueba de que es alentado y comunicado masivamente sin una cabeza visible. Es decir, es adhocrático. Tal parece que así será el estilo actual de insurrección social.

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