04 mayo 2014

LA PUERTA GIRATORIA DE LOS POLÍTICOS JUBILADOS

En el mundo es cada vez más frecuente un fenómeno laboral de alto nivel denominado “revolving door”, o “puerta giratoria”. Altos mandos del gobierno se pasan a la nómina de empresas trasnacionales a ocupar cargos gerenciales. Desde luego, la empresa que los contrata se beneficia de las relaciones y la información privilegiada del ex servidor público (sic).

Son apabullantes los ejemplos de políticos que han pasado por la puerta giratoria: José María Aznar, que cobra en Fox Corporation. Gerhard Schröeder, ex canciller de Alemania, fichado por la industria gasera rusa. El propio Vladimir Putin y su paréntesis como mandamás de Gazprom, antes de volver a un segundo mandato como presidente de Rusia en 2011.

En México los políticos que cruzan la puerta giratoria de lo público a lo privado es menor. Por supuesto, el caso paradigmático es Ernesto Zedillo, miembro del consejo ejecutivo de Protector and Gamble, Union Pacific y Alcoa. O Francisco Gil Díaz, ex Secretario de Hacienda con Fox, contratado primero por el banco HSBC y luego por Telefónica.

José Ángel Gurría no aplica en la hipotética lista porque pasó de Hacienda a la Secretaría General de la OCDE, un organismo a todas luces público más que privado. Entonces: ¿por qué en México los ejemplos de puerta giratoria no abundan como en la clase política del Primer Mundo?

Por varias razones, entre ellas dos: la administración pública en México, tan falta de profesionalismo e indicadores de gestión y resultados es una pésima escuela para posibles candidatos a cargos de empresas trasnacionales, con todo y la información privilegiada que supuestamente pudieran tener.

La segunda razón es mucho más desoladora: el alto funcionario del gobierno mexicano suele salir con los bolsillos tan hinchados de dinero, que no se molesta en buscar empleo en las altas esferas financieras. Cuando mucho, paga por dar clases en una universidad prestigiosa como Calderón, o se contratan como locutores de segunda fila en cadenas televisivas como el pobre de Vicente Fox.

En cambio, la mayoría de los políticos mexicanos, por muy legendarios que sean, cruzan la puerta giratoria, pero no de Los Pinos a la banca internacional sino del gobierno federal al green de golf, o a los viajes de crucero en primera clase, con la amante de turno o el asistente privado. Lo mismo da. 



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