04 junio 2013

LOS CISNES NEGROS DE NICHOLAS TALEB


Un punto de vista normal, como el que tenemos la mayoría de las personas comunes y corrientes, consiste en suponer que una vida ordenada y previsible conduce tarde o temprano al éxito en cualquiera de sus facetas. Pero un conocido ensayista y financiero de origen libanés, Nassim Nicholas Taleb opina todo lo contrario: para él, los seres humanos y en general las cosas se benefician de lo imprevisible, de la volatibilidad y de los hechos inesperados. En suma, de lo que él denomina Cisnes Negros.

Al menos esa es en apretada síntesis la tesis que Nicholas Taleb despliega en su más reciente libro “Antifrágil”, que por desgracia, aún no llega a las librerías de Nuevo León ni de México, pero que ya es un éxito en Estados Unidos y en Europa, a partir del revuelo controvertido que ha causado en los círculos intelectuales más prestigiados. Esto, pese a que denuncia directamente las enseñanzas de Universidades como Harvard.

Para Taleb, no existe una palabra en ningún idioma que designe el beneficio que conlleva el exponerse continuamente a la incertidumbre, el desorden y el azar. De ahí que el autor invente un término para definir justo lo contrario de lo frágil: lo “antifrágil”, fácilmente traducible a cualquier idioma moderno.

Se le podrá objetar a Taleb que sí existe un antónimo a “frágil” y es “robusto”. Pero la antifragilidad –según él -- es más que la robustez, porque mientras éste resiste los golpes y permanece igual (a lo que se le llama resilencia), lo antifrágil mejora a cada golpe y es una propiedad que se halla en cualquier cosa que cambia con el tiempo: la cultura, los sistemas políticos, las innovaciones tecnológicas, el éxito económico, el desarrollo empresarial y hasta las recetas de cocina.

Dice Taleb que a lo antifrágil le encanta lo aleatorio y lo incierto, afronta lo desconocido, nos alienta a hacer cosas sin entenderlas del todo y obtiene beneficios de cada suceso inesperado o de cada crisis, lo cual es lo opuesto a tratar de evitar lo aleatorio mediante técnicas como la predicción, el pronóstico y las gestión de riesgos. Estas técnicas han fragilizado la economía, nuestra salud, la vida política y la educación. Y todo por pretender eliminar ingenuamente el azar y la volatilidad, como suelen aseverarlo las ilusiones que el autor bautiza burlonamente como “soviético-harvardianas”.

No niego que la tesis de Taleb es polémica sobre todo en Monterrey, tan acostumbrados al pensamiento convencional y tan alejados del pensamiento lateral que nos pudiera dar flexibilidad. Y es que tan frágiles somos ante lo incierto y lo volátil, que la aparición de un hecho inesperado e impredecible, es decir de un Cisne Negro como lo fue el Huracán Alex, nos dejó tan aturdidos desde hace varios años, que no hemos podido recuperarnos ni en la reconstrucción de nuestra infraestructura vial, ni en muchas zonas afectadas que siguen tan desoladas como el primer día. Todavía no hemos podido hallarle la cuadratura al círculo.

Pero lo que Taleb tampoco ha estudiado del todo bien, es la fragilidad ante ciertos hechos inesperados y críticos como la irrupción violenta del crimen organizado en Nuevo León. Estas eventos azarosos no nos han dado la “antifragilidad” que podría esperarse de una sociedad que aprende de las crisis: más bien nos sometimos a estos acontecimientos adversos y seguimos sin adquirir al menos cierta resilencia que nos alivie del shock inicial y del síndrome post-trauma. Nos hacen falta académicos locales que analicen esta variante de la tesis de Taleb y nos arrojen luz para afrontar estos Cisnes Negros que en Monterrey, o Santa Catarina vienen armados con Cuernos de Chivo y en camionetas blindadas. 

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