Un punto de vista normal, como el
que tenemos la mayoría de las personas comunes y corrientes, consiste en suponer
que una vida ordenada y previsible conduce tarde o temprano al éxito en cualquiera
de sus facetas. Pero un conocido ensayista y financiero de origen libanés,
Nassim Nicholas Taleb opina todo lo contrario: para él, los seres humanos y en
general las cosas se benefician de lo imprevisible, de la volatibilidad y de los
hechos inesperados. En suma, de lo que él denomina Cisnes Negros.
Al menos esa es en apretada
síntesis la tesis que Nicholas Taleb despliega en su más reciente libro
“Antifrágil”, que por desgracia, aún no llega a las librerías de Nuevo León ni
de México, pero que ya es un éxito en Estados Unidos y en Europa, a partir del
revuelo controvertido que ha causado en los círculos intelectuales más
prestigiados. Esto, pese a que denuncia directamente las enseñanzas de
Universidades como Harvard.
Para Taleb, no existe una palabra
en ningún idioma que designe el beneficio que conlleva el exponerse
continuamente a la incertidumbre, el desorden y el azar. De ahí que el autor
invente un término para definir justo lo contrario de lo frágil: lo
“antifrágil”, fácilmente traducible a cualquier idioma moderno.
Se le podrá objetar a Taleb que sí
existe un antónimo a “frágil” y es “robusto”. Pero la antifragilidad –según él
-- es más que la robustez, porque mientras éste resiste los golpes y permanece
igual (a lo que se le llama resilencia), lo antifrágil mejora a cada golpe y es
una propiedad que se halla en cualquier cosa que cambia con el tiempo: la
cultura, los sistemas políticos, las innovaciones tecnológicas, el éxito
económico, el desarrollo empresarial y hasta las recetas de cocina.
Dice Taleb que a lo antifrágil le
encanta lo aleatorio y lo incierto, afronta lo desconocido, nos alienta a hacer
cosas sin entenderlas del todo y obtiene beneficios de cada suceso inesperado o
de cada crisis, lo cual es lo opuesto a tratar de evitar lo aleatorio mediante
técnicas como la predicción, el pronóstico y las gestión de riesgos. Estas
técnicas han fragilizado la economía, nuestra salud, la vida política y la
educación. Y todo por pretender eliminar ingenuamente el azar y la volatilidad,
como suelen aseverarlo las ilusiones que el autor bautiza burlonamente como “soviético-harvardianas”.
No niego que la tesis de Taleb es
polémica sobre todo en Monterrey, tan acostumbrados al pensamiento convencional
y tan alejados del pensamiento lateral que nos pudiera dar flexibilidad. Y es
que tan frágiles somos ante lo incierto y lo volátil, que la aparición de un
hecho inesperado e impredecible, es decir de un Cisne Negro como lo fue el
Huracán Alex, nos dejó tan aturdidos desde hace varios años, que no hemos
podido recuperarnos ni en la reconstrucción de nuestra infraestructura vial, ni
en muchas zonas afectadas que siguen tan desoladas como el primer día. Todavía
no hemos podido hallarle la cuadratura al círculo.
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