05 junio 2013

IMPRESORAS 3D Y OTROS MILAGROS


Hace algunas semanas un grupo de socios y emprendedores de tecnología e innovación decidimos invertir en San Pedro en la incipiente fabricación digital.

El eje de nuestro negocio es la impresión tridimensional, algo que iniciamos en forma pionera hace unos años con los 3Dickens, especie de hologramas en vivo que vendimos exitosamente como productos publicitarios. Y para no sentirnos solos en nuestras metas hemos hallado inspiración en talleres internacionales como “Internet of Thing Day”.

En otros artículos he explicado que las impresoras 3D convierten diseños de formato digital en objetos tangibles, a partir de máquinas semejantes a hornos de microondas como los que solemos tener en la cocina de nuestras casas. Hasta hace poco las impresoras 3D eran de uso reservado para grandes industrias como Toyota, pero ahora un grupo de ilusos pretendemos volverlas accesibles al ciudadano común.

Y es que ya es posible maquilar en cuestión de horas cualquier utensilio de uso doméstico y personalizado (desde un vaso o un florero hasta una prótesis que reemplace un brazo o una pierna humana) sin necesidad de conocimientos técnicos especializados. En nuestro modelo de negocio propio, queremos usarla en especial para manufacturar alimentos para su venta inmediata en restaurantes de San Pedro. ¿Sorprendente? Aún hay más.  

A excepción de algunos intentos en la UANL donde ya se cuenta con una especie de impresora 3D de primera generación (ignoro si el ITESM también la tenga) Nuevo León sigue siendo terreno virgen para las nuevas herramientas de fabricación con las que es posible imprimir o prototipar cualquier cosa. Aclaro, eso sí, que esto tiene sus limitaciones comerciales.

Por lo pronto, las primeras impresoras 3D que a través de Dickens Group importamos a Nuevo León y que hemos puesto a funcionar (con la ayuda de Oscar Garza, experto en estos temas) están en fase beta por lo que su rendimiento aún es limitado. Es difícil calibrarlas y por pequeñas diferencias milimétricas en su programación, o por diferencias en la textura del material utilizado, provocan variaciones sustanciales en la pieza impresa.

Sin embargo, ya pudimos escanear en 3D una escultura de porcelana de escasos centímetros que estaba en una repisa de mi oficina, para luego fabricar en nuestro “horno de microondas” una réplica muy parecida al original.

Por otro lado, se entiende que dada la novedad del proyecto, no es fácil conseguir inversionistas o, como se les llama ahora, buisness angel, que acepten brindar fondos de alto riesgo para un Start-up de esta naturaleza, y menos para un modelo de negocio con un retorno de inversión tan poco claro como el que planteamos.

Pero advierto que abundan los casos de éxito en otros países como en Estados Unidos. Me informa Oscar Garza que la empresa Markebot, por ejemplo, acaba de ampliar su fábrica especializada en impresión 3D en Sunset Park, en Brooklyn y para aliviarles la carga laboral (por exceso de pedidos) a sus 100 empleados, ha contratado otros 50 técnicos hace apenas un par de días.

Y una cosa más: entiendo que algunos lectores sigan creyendo que las impresoras 3D son cosa de ciencia ficción o meros gadgets para gente ociosa o aficionados a las novedades al margen del mercado. Se equivocan. Esta tecnología de la impresión tridimensional será la próxima revolución global de la industria de bienes y servicios en menos de dos años y Nuevo León estará a la vanguardia en su comercialización, si difundimos a tiempo sus ventajas y beneficios. ¿Le entramos?   

No hay comentarios: