Hace un par
de días, durante una comida con amigos en casa, preparada por un chef italiano
recién avecindado en Monterrey, éste me preguntó si en México funcionaría un
experimento político similar al que encabezó Beppe Grillo en las elecciones
generales de Italia del pasado mes de febrero.
Para quien
le interese saberlo, Beppe Grillo es el activista político que mejor ha sabido
utilizar en cualquier parte del mundo las redes sociales en toda la historia de
Internet. Y lo hizo superando experimentos tan arriesgados como el crowfunding
de la campaña electoral de Barack Obama en EUA. Y es que Grillo llegó a la mismísima
raíz del radicalismo digital: nadie lo ha empatado en sus audacias.
Este cómico
histriónico, de barba montarás y discurso vehemente, comenzó criticando a voz
en cuello la corrupción que asfixiaba al entonces gobierno de Silvio
Berlusconi, y terminó fundando en 2009 un partido político (peculiar si los
hay), que denominó Movimiento Cinco Estrellas. ¿Y cual es la principal nota
extravagante que distingue a esta organización política de izquierda extrema?
La forma novedosa como elige a sus candidatos a cargos de elección popular.
Quienes
aspiraron a una candidatura para las elecciones generales del pasado febrero
por el Movimiento Cinco Estrellas, no ocupaban ser militantes de ese partido.
Bastaba con asumirse como ciudadanos hartos de la descomposición política
imperante en el ecosistema del poder italiano, zona turbia donde domina aún el
famoso dicho mexicano: “ladrón que roba a bandido, merece ser ascendido”. Dicha
organización política, antisistema, abrió una plataforma web de código abierto
(open source), donde cada aspirante
podía enviar sus propuestas de campaña grabadas en un simple video casero,
subido a YouTube y junto con un post donde describiera a grandes rasgos su
ideal político.
Luego, la
plataforma sometía al escrutinio de los usuarios en red la opción de cada
aspirante, configurando un sistema de votación en línea mediante clics, y en
donde el ciudadano inscrito con mas votos o “likes”, se quedaba con la
candidatura. Así de simple. La tarea de Beppe Grillo consistía entonces en
cohesionar a los ganadores en torno a una misma declaración de principios y un
programa común de acción legislativa.
Mediante
este original sistema de selección interna, el Movimiento Cinco Estrellas
eligió a sus candidatos a legisladores y obtuvo un inesperado 25.5% de votación
electoral, lo que le dio 108 diputados en el Congreso y 54 senadores. Fue una
hazaña memorable, sobre todo porque Grillo decidió no dar entrevistas de prensa
a ningún medio masivo de comunicación a lo largo de la campaña y evitó a como diera lugar cualquier
publicidad que no fueran mítines directos y declaraciones en su blog personal.
No invirtió un céntimo en pendones, panorámicos ni spot televisivos.
¿Se
imaginan a un partido político en México (típicos autistas despóticos) eligiendo
a todos sus candidatos mediante la exhibición de videos caseros subidos a
YouTube y votando internamente con ellos a partir de clics en una página web?
El experimento digital de Grillo parecería desproporcionado a los escépticos,
pero funcionó como reloj suizo a excepción de algunos defectos esporádicos en
la plataforma habilitada con ese fin.
¿Aceptaría
el reto de operar así nuestro impresentable Partido Verde o el Panal, más
empresas familiares pintorescas que verdaderas organizaciones políticas?
¿Estaría de acuerdo el PRI o el PAN o el PRD (caciques abstractos del poder
simbólico) con seleccionar a cuando menos algunos candidatos a cargos locales
menores con el sistema web del Movimiento Cinco Estrellas? ¿Serían capaces de
probar este método democrático interno movimientos civiles como Morena, de Andrés
Manuel López Obrador, nuestro Beppe Grillo mexicano?
El error de
principiante en el cual incurrió tristemente el Movimiento Cinco Estrellas no
fue durante el proceso electoral, sino después, cuando sus candidatos ganadores
ya se sentaban en sus respectivos curules. Y es que en la vida real los diputados
o senadores independientes son casos sospechosamente raros. Todos terminan
alineándose en una u otra posición de la geometría del poder en los parlamentos.
Pocas veces existe el simple voto de conciencia y predomina por lo general el
voto disciplinario. ¿Qué quiero decir con esto? Que dado que el partido de
Grillo los dejaba a su libre albedrío, e incluso los amenazó con confiscarles
sus suelos, sus legisladores acabaron alineándose con otras fuerzas electorales
representadas en el órgano legislativo o formando sus propios bloques. El éxodo
como mecanismo de sobrevivencia legislativa.
En pocos
meses, el Movimiento Cinco Estrellas se desplomó como alternativa electoral. Su tumba la comenzó a cavar cuando se negó a
pactar con cualquier partido tradicional en Italia y en pocas semanas de innovadora
oferta vanguardista ha pasado a ser un desolado anacronismo instantáneo y sin
futuro promisorio. Se aisló, se quedó solo por voluntad propia y ahora ha
perdido casi todo su capital político, al punto de ser el gran derrotado en las
elecciones municipales de hace un par de días en Italia.
Conclusión:
valoremos en México el método original de Beppe Grillo basado en redes sociales
y páginas web para elegir candidatos a cargo de elección popular. Pero no
olvidemos que los sistemas de control disciplinario en los partidos son iguales
en México que en Italia. La web es un ecosistema novedoso que puede servir para
depurar los cuadros militantes de cualquier organización electoral que pretenda
ser de vanguardia, e incluso puede aportar elementos para la democracia interna.
Pero el poder es el poder y la política es la política. Y eso lo supo
indistintamente tanto el florentino Nicolás Maquiavelo como el potosino Gonzalo
N. Santos, alias el Alazán Tostado, “primero muerto que capado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario