Conocí al
empresario Ricardo Semler, CEO de Semco, uno de los conglomerados más grandes
de Brasil, poco después de leer su asombrosa autobiografía “Radical” (Maverick: The Success Story Behind The
World´s Most Unusual Woekplace,1993) por lo que esperaba toparme con un
tipo medio deschavetado, con algo de mago y loco. Pero puedo asegurar que la
persona de carne y hueso no se corresponde con el emprendedor extravagante que
ha levantado ámpula en el management y las relaciones laborales de América
Latina desde los años ochenta en adelante.
El director de Semco es una leyenda
viviente de 53 años, tan famoso en Sao Paulo como Pelé y tan célebre como la
caipirinha, pero se trata de un hombre ordinario y cordial (ocasionalmente
exaltado, eso sí) que hasta decepciona dado el modelo de negocio controvertido
que representa. Pero lo cierto es que su propuesta de valor ha revolucionado la
forma de conducir una compañía haciendo todo lo contrario a lo que pontifica el
sentido común como ningún otro innovador del Continente Americano.
Cuando Ricardo Semler heredó de su
padre a los 21 años una compañía con dificultades financieras en 1980, se
obsesionó con aplicar un peculiar modelo de negocio nada jerárquico, en el que
los empleados hicieran casi literalmente lo que se les pegara la gana. “¿Y cómo
lo operas en la práctica?” le pregunté intrigado. “Simple”, me respondió: “Cada
trabajador define su salario, sus horas extras, sus horarios de trabajo, sin restricciones
internas o simplemente pueden no asistir al trabajo y laborar desde sus hogares”.
Claro está, los demás compañeros
laborales evalúan periódicamente lo que hacen sus colegas, sin secretos y
compartiendo toda la información. Incluso a los obreros menos preparados se les
enseña a leer cuentas para que entiendan los libros de la compañía. Entre todos
redactaron un tablero de mando general, del tamaño de una cuartilla, que rige
la vida interna de la empresa y sustituye los enfadosos manuales de operación de
las estructuras tradicionales. Los departamento definen sus propios criterios
laborales funcionando como pequeños comandos de acción. El organigrama de la
compañía lo preside un Comité Consultivo abierto, en el que Semler, por
voluntad propia, es un miembro más sin voto de calidad ni beneficios
adicionales. Esto, hasta que dejó la mayoría de sus participaciones en su
compañía para convertirse en un evangelizador global de sus curiosas prácticas
gerenciales que le han dado fama y fortuna.
Por supuesto, la pregunta obligada
del lector será: ¿y ofrece Semco a sus dueños rendimientos suficientes a partir
de este extraño modelo de gestión democrática? Que hablen por sí mismo los
números: Semco es una de las empresas TIC más rentables de Brasil y sus ingresos
anuales rondan los 212 mil millones de dólares, cifra nada despreciable tomando
en cuenta que comenzó su crecimiento exponencial justo en los años 90, cuando
la economía brasileña caía en recesión. De manera que mientras todo los sólido
se desvanecía en el aire, Semco pasaba de 90 empleados en 1990 a más de 3 mil
en 2003.
Si usted tiene una PYME, una
mediana empresa o una gran compañía en México, ¿se atrevería a operar bajo el
esquema de la democracia industrial que promueve el brasileño Ricardo Semler?
¿Haría un laboratorio parecido a Semco de su modelo de negocio propio?
Francamente no se lo recomiendo: en nuestro país impera una política sindical
tan voraz y mercenaria que en un dos por tres la organización de trabajadores le
arrebataría el control de mando. Y así saldrían perdiendo usted y a la larga,
los propios trabajadores de su compañía, esclavizados de por vida por sus
líderes obreros charros. Así de urgente es la Reforma Laboral en México.
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