13 junio 2013

LOCURAS DE UN EMPRESARIO DEMOCRÁTICO




Conocí al empresario Ricardo Semler, CEO de Semco, uno de los conglomerados más grandes de Brasil, poco después de leer su asombrosa autobiografía “Radical” (Maverick: The Success Story Behind The World´s Most Unusual Woekplace,1993) por lo que esperaba toparme con un tipo medio deschavetado, con algo de mago y loco. Pero puedo asegurar que la persona de carne y hueso no se corresponde con el emprendedor extravagante que ha levantado ámpula en el management y las relaciones laborales de América Latina desde los años ochenta en adelante.

El director de Semco es una leyenda viviente de 53 años, tan famoso en Sao Paulo como Pelé y tan célebre como la caipirinha, pero se trata de un hombre ordinario y cordial (ocasionalmente exaltado, eso sí) que hasta decepciona dado el modelo de negocio controvertido que representa. Pero lo cierto es que su propuesta de valor ha revolucionado la forma de conducir una compañía haciendo todo lo contrario a lo que pontifica el sentido común como ningún otro innovador del Continente Americano.

Cuando Ricardo Semler heredó de su padre a los 21 años una compañía con dificultades financieras en 1980, se obsesionó con aplicar un peculiar modelo de negocio nada jerárquico, en el que los empleados hicieran casi literalmente lo que se les pegara la gana. “¿Y cómo lo operas en la práctica?” le pregunté intrigado. “Simple”, me respondió: “Cada trabajador define su salario, sus horas extras, sus horarios de trabajo, sin restricciones internas o simplemente pueden no asistir al trabajo y laborar desde sus hogares”.

Claro está, los demás compañeros laborales evalúan periódicamente lo que hacen sus colegas, sin secretos y compartiendo toda la información. Incluso a los obreros menos preparados se les enseña a leer cuentas para que entiendan los libros de la compañía. Entre todos redactaron un tablero de mando general, del tamaño de una cuartilla, que rige la vida interna de la empresa y sustituye los enfadosos manuales de operación de las estructuras tradicionales. Los departamento definen sus propios criterios laborales funcionando como pequeños comandos de acción. El organigrama de la compañía lo preside un Comité Consultivo abierto, en el que Semler, por voluntad propia, es un miembro más sin voto de calidad ni beneficios adicionales. Esto, hasta que dejó la mayoría de sus participaciones en su compañía para convertirse en un evangelizador global de sus curiosas prácticas gerenciales que le han dado fama y fortuna.   

Por supuesto, la pregunta obligada del lector será: ¿y ofrece Semco a sus dueños rendimientos suficientes a partir de este extraño modelo de gestión democrática? Que hablen por sí mismo los números: Semco es una de las empresas TIC más rentables de Brasil y sus ingresos anuales rondan los 212 mil millones de dólares, cifra nada despreciable tomando en cuenta que comenzó su crecimiento exponencial justo en los años 90, cuando la economía brasileña caía en recesión. De manera que mientras todo los sólido se desvanecía en el aire, Semco pasaba de 90 empleados en 1990 a más de 3 mil en 2003.

Si usted tiene una PYME, una mediana empresa o una gran compañía en México, ¿se atrevería a operar bajo el esquema de la democracia industrial que promueve el brasileño Ricardo Semler? ¿Haría un laboratorio parecido a Semco de su modelo de negocio propio? Francamente no se lo recomiendo: en nuestro país impera una política sindical tan voraz y mercenaria que en un dos por tres la organización de trabajadores le arrebataría el control de mando. Y así saldrían perdiendo usted y a la larga, los propios trabajadores de su compañía, esclavizados de por vida por sus líderes obreros charros. Así de urgente es la Reforma Laboral en México.    

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