09 junio 2013

EL CLUB DEL ESPERMA CON SUERTE



En el mundo empresarial existe un concepto curioso: “la herida del empresario”. Fue acuñado en el año 2009 por el periodista de negocios de la BBC, Robert Peston, y explica que la clave del éxito de muchos buenos emprendedores se debe a su capacidad para sortear retos y adversidades. Claro, sus rostros tienen las cicatrices de las mil y un batallas ganadas y perdidas. Por su parte, el novelista Francis Scott Fitzgerald escribe en “El gran Gatsby”: “La conducta puede fundarse en dura roca o en húmedos pantanos”. 

Lo mismo pasa con los políticos nuevoleoneses: aquellos que sufrieron heridas en su pasado, que batallaron a brazo partido, que son resilentes y fundaron su conducta en la dura roca y no en pantanos húmedos, pueden llegar a ser mejores gobernantes que quienes por buena suerte –para ellos, no para la gente-- arribaron como presidentes municipales o gobernadores.

El problema es que por una falla del sistema político mexicano, por una grieta de la pirámide del poder abierta hace más de una década, ahora llegan a los altos cargos públicos hombres grises y sin atributos. Estos políticos neófitos no crecieron en condiciones difíciles, ni se templaron en entornos adversos. De ahí su frivolidad, su desapego popular, su falta de enfoque en el epicentro de los problemas públicos.

La mayoría de los fundadores de grandes empresas comenzaron a ser exitosos bien entrada su madurez. El mejor publicista de todos los tiempos, David Ogilvy solía contar que ninguna agencia de publicidad lo hubiera contratado porque a sus 38 años no tenía profesión y estaba desempleado. Ray Krok, el visionario detrás de McDonald’s tenía 50 años y estaba en el ocaso de su carrera cuando lo fichó la empresa de los arcos dorados. 

A la pregunta de por qué inició su carrera como emprendedora en el ocaso de su vida, Mary Kay solía responder: “siendo ya una mujer madura y con venas varicosas, en realidad no tenía mucho tiempo para darle vueltas al asunto”. 

Tanto Ogilvy como Krok y Kay, fueron miembros honrosos del “club de la herida del empresario”. Pero el rostro juvenil de muchos gobernadores y alcaldes en México no muestran esa herida. No tienen cicatrices ni rastros de esquirlas de guerra. Puro botox, cremas faciales... y uno que otro beso pintado. 

Warren Buffet, el famoso inversionista tiene una frase burlona que les cae como anillo al dedo a estos jóvenes políticos mexicanos: “son miembros del club del esperma con suerte”. Su cargo no se lo ganaron a pulso sino que lo heredaron de sus padres biológicos y sobre todo de sus padrinos políticos. Seguramente la mayoría de estos padrinos ya se arrepintieron de haberles heredado el cargo. Varios me lo han confesado. 

Invito al lector a participar en un ejercicio futurista: ¿quiénes de los actuales aspirantes a gobernador de Nuevo León forman parte del “club de la herida del político” y quienes están clasificados en “el club de los espermas con suerte”? Hagamos una lista.  

Ojalá que el próximo candidato del PRI o del PAN a Jefe del Ejecutivo Estatal lo reclutemos democráticamente del primer club (el de los heridos), y a los miembros del segundo club (el de los espermas con suerte) los mandemos a morir políticamente en el condón virtual del olvido. 

Se lo merecen tanto unos como otros.  

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