Hace algunas semanas comencé con un
cuadro de presión alta que me dejó afónico, con apenas un hilito de voz. No le di
importancia pero mi laringe no se recuperó por días. Me atendí con una
especialista y a partir de sus movimientos oscilantes de cabeza, sus murmullos
intrigantes y un ceño de incredulidad que le asomaba de cuando en cuando por el
tapabocas, comprendí que las cosas no marchaban bien para mí.
Me diagnosticó una dolencia muy rara
–una entre cien mil --, no mortal, pero sí incómoda para quienes la padecen:
parálisis de la cuerda vocal izquierda. Cuando uno de los nervios no funciona
bien, inmoviliza los músculos que mueven las cuerdas, lo que impide respirar o
tragar correctamente. Las consecuencias pueden ser desde una neumonía de cuidado
hasta la pérdida permanente de la voz. O ambas cosas a la vez.
Enclaustrado durante mi
convalecencia, me dediqué a navegar por la web y abriendo al azar algunas redes
sociales, recalé en Google Plus. Justo en la página personal de Larry Page, uno
de los dos fundadores de Google (el otro es Serguei Brin), me topé con una
confesión suya que me puso los pelos de punta: Page sufre la misma enfermedad
exótica que yo –lo cual de entrada no representa ningún alivio para mí – y su
causa también parece ser viral. Pero ha asumido su desgracia con una filosofía
de colaboración que invita a salir de la madriguera a los enfermos solitarios
como era mi caso.
De inmediato pensé que cuando un
hombre rico como Page (su fortuna asciende a 16 mil millones de dólares) padece
este tipo de requiebros, los demás afectados nos beneficiamos de su interés por
esclarecer las causas y el remedio de estos males. Más porque su esposa, Lucy
Southworth, es biomédica por las universidades de Pensilvania y Oxford y juntos
forman una familia de científicos curiosos y socialmente generosos (además de
millonarios).
No me equivoqué: Larry Page escribe
en su página personal que ha aprendido mucho acerca de los problemas de voz. Y
relata que viendo a diferentes especialistas conoció al médico Steven Zeitels,
de la Escuela de Medicina de Harvard y del Hospital General de Massachusetts. Para
quien desconozca estos temas, aclaro que Zeitels es uno de los profesionistas
más dedicados a nivel mundial a la investigación de la función nerviosa de las
cuerdas vocales: ha llegado a ser una celebridad en el mundo de la salud.
De manera que juntos, Page y
Zeitels, acordaron iniciar el más importante programa global de investigación
sobre foniatría, financiando “Voice Health Institute”. La supervisión del
programa correrá por cuenta de Lucy, la esposa de Page, conocedora de la
administración médica que requieren este tipo de proyectos. Por lo pronto, han
preparado una encuesta en línea a pacientes que como yo, estamos en condiciones
similares a las del cofundador de Google. Así que quienes sufran este misma
enfermedad, puede entrar a la página de Voice Health Institute: www.voicehealt.org
La encuesta no sólo servirá para
configurar un Big Data científico, de alcance universal, sino para que los
pacientes aprendan más sobre su dolencia y los medios para combatirla; su propósito
principal consiste en “recoger información sobre la prevalencia y el grado de
parálisis vocal y la paresia, los posibles factores que contribuyen a ella y
sus resultados serán utilizados como información de primera mano en el remedio,
educación y opciones de tratamiento de la enfermedad”. Como puede verse, se
trata de una iniciativa altruista para el sistema de sanidad y digna de ser
difundida en la web.
No es la primera vez que los
cofundadores de Google invierten en investigaciones de salud. El otro creador de este motor de búsqueda,
Serguei Brin, es el principal patrocinador de las investigaciones para la
posible cura del Parkinson y promueve (junto con su esposa Anne Wojcicki) la
iniciativa para conocer la genética de esa terrible enfermedad, además de
proporcionar exámenes gratuitos a los pacientes. Esto tiene también una
motivación personal: la madre de Brin padece una etapa avanzada de Parkinson y
su hijo le prometió hallar la cura antes de la muerte de ella.
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