23 mayo 2013

LA OCURRENCIA DE LOS MIL MILLONES DE DÓLARES



Cuando el inversionista más célebre de esta temporada tiene escasos 26 años de edad, significa que algo está cambiando a fondo en los modelos de negocio. Y que nadie inscrito en el circuito comercial global, sea emprendedor o empleado, sea de Monterrey o de Nueva York, puede desatenderse del mensaje que nos manda David Karp desde los titulares de los periódicos: este joven delgado y de rostro infantil acaba de vender a Yahoo! su plataforma Tumblr, por la estratosférica suma de 1.1 mil millones de dólares. Si pensamos que al invento de Karp se le calcula un valor neto de menos de doscientos millones de dólares, y que el pasado año de 2012 apenas facturó 13 millones, se comprenderá porqué hizo un negocio redondo, dado el evidente diferencial.


¿Y para qué sirve el mentado Tumblr que motiva a desembolsar por él tantísimo dinero? Para guardar sitios web y leerlos después. Se trata de una red de blogs (la mayoría de ellos, justo es reconocerlo, de temática pornográfica). Esta es su única utilidad, aunque usted no lo crea, pero que ha seducido a 108 millones de blogueros. Obvio, para quienes creen que el dinero envilece, alivia pensar que Karn no se echará a la bolsa todos esos dólares, pues apenas obtendrá para sí 25% del valor de la venta, es decir (según mis cálculos) unos 270 millones de dólares; suma que de cualquier forma resuelve la vida a cualquiera hijo de vecinq.

Ahora bien, que Tumblr tenga futuro prometedor en manos de ese destructor masivo de ideas originales que se llama Yahoo! es harina de otro costal. No ironicé cuando en una conferencia sobre privacidad en red, ofrecí a representantes del gobierno federal una solución para frenar a WikiLeaks: “que la compre Yahoo! y ya verá cómo echa a perder la plataforma de Julian Assange en un dos por tres”. Tan cierto es que muchos usuarios ya comenzamos desde ayer el éxodo de Tumblr a otras herramientas como WordPress. De ese tamaño es nuestra desconfianza en Yahoo!.   

Suelo decir que la nueva generación de nativos digitales viven bajo la bandera de “no me digas cómo hacerlo”. Y nadie mejor que David Karp para ejemplificar mi eslogan: este joven es apenas un amateur, un diletante de la programación, un geek forjado a sí mismo que ha nacido con una computadora como extensión de sus extremidades superiores, y aprendió de sus demás compañeros de generación, casi por ósmosis, el lenguaje computacional. En su caso, ha pasado de mi eslogan resistente “no me digas cómo hacerlo” al eslogan rebelde de “lo hago a mi modo… perchè mi piace”.

Por otra parte, el joven multimillonario es hijo de un matrimonio disfuncional, sus padres se divorciaron cuando él era niño, y acabó por abandonar la escuela: desde los 15 años no ha vuelto a pisar un aula. ¿Mérito o suerte de autodidacta? ¿Cisne Negro en la probabilidad de lo improbable del ecosistema digital o muestra de que Internet es el mercado más psicodélico en toda la historia de la humanidad? ¿Están estos geek cambiando el mundo de las tecnologías o sólo cambiando el catálogo de nuevos millonarios?

Lo cierto en esta historia alucinante es que una mañana, recién cumplidos los 20 años, David Karp se molestó porque ninguno de los servicios de blog ofrecían opción de microblogging, así que incubó la peregrina idea de crear su propia herramienta digital. La ocurrencia le hizo ganar 1.1 mil millones de dólares y un espacio en la galería (aún folclórica) de los magnates de los medios alternos. Él sí supo como hacerlo. ¿Y usted?   

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