Hace años, un antropólogo norteamericano
hizo un experimento en Sudáfrica. Invitó a unos niños de cierta tribu a jugar
en un campo cercano al hotel donde se hospedaba. Llenó un cesto de manzanas y
lo dejó al lado de un baobad, uno de los árboles más hermosos del mundo. El
antropólogo le propuso a los niños un reto: correr hasta el baobad y el primero
que llegara, tendría de premio el cesto de manzanas.
Los niños aceptaron el reto del forastero.
Pero cuando recibieron su señal para salir corriendo, se tomaron de las manos.
Llegaron juntos, en hermandad, al baobad, se sentaron a un lado del árbol
enorme y comieron entre todos las manzanas del cesto. El forastero se acercó a
los niños y recibió una manzana redonda y roja que comió con ellos.
Luego les preguntó por qué se habían
tomado de las manos para llegar juntos a la meta. Y en coro, con los mofletes
llenos de fruta roja, los niños le respondieron con una sola palabra: Ubunto.
Más tarde, el antropólogo se enteró de la traducción de este vocablo en zulu:
“Yo soy porque nosotros somos”. Es decir, ¿cómo podemos ser felices si los
demás no lo son?
Hace años murió el hombre que mejor
encarnó en nuestra época la palabra Ubuntu. Se llamó Nelson Mandela. Quiso
poner en práctica en su país una simple idea: todos los hombres somos hermanos,
sin distinción de sexo, credo o condición económica. Por esa idea estuvo preso
27 años. ¿Qué sería de México si pusiéramos en práctica la palabra Ubuntu, que
bien conoció Mandela y los niños con lo que se topó el antropólogo
norteamericano?
Un buen amigo nos invitó a comer a su casa
a un grupo de músicos y artistas de Cuba y México, de diferente color de piel,
unos blancos, otros negros. Nos tenía preparado un menú espléndido y yo pensé
de inmediato en el profundo significado de Ubuntu: “Yo soy porque nosotros
somos”. Hace unos instantes me avisó que cancelaba la comida porque su padre
acababa de morir.
Me siento a escribir este texto mientras recuerdo a Nelson
Mandela: ¿cómo podemos ser felices si los demás no lo son? Estimado Andres
Meza: recibe mi pésame y mi afecto.
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