Que Gravity sea
una película sobre astronautas es anecdótico. En realidad es una historia
poética y bellamente minimalista sobre la soledad. Uno se identifica con el
personaje principal porque es un ser solitario. Más que sobrevivir, la
astronauta busca resolver el íntimo conflicto de estar sola.
Puebla su vacío existencial – el espacio es una metáfora
infinita de sus sensaciones íntimas – rogando al fantasma de su amigo muerto
que siga contando sus pequeñas historias; le susurra al esquimal del perro,
captado en la frecuencia radial, que la siga arrullando con su idioma extraño.
Habla a Houston con un monólogo resignado a no escuchar respuesta. La soledad
no pesa; lo peor de ella es ser ligera, flotante: no tiene gravedad.
La astronauta solitaria no sabe rezar y menos orar, porque
carece del efecto placebo de creer en Dios. De regresar sana y salva a la
tierra no la esperará nadie porque no tiene familiares ni amigos. Su única hija
murió a causa de un accidente ridículo. Dice odiar el espacio porque en le
fondo detesta su condición solitaria. ¿Qué la rodea? Desechos espaciales, nubes
de herrumbre. Y el vacío sideral. El oxígeno – otra metáfora de vida – se le
acaba poco a poco. De su transbordador en ruinas a la dañada Estación Espacial
la separan 100 kilómetros (¿o años?) de soledad.
El transbordador de la astronauta se llama Explorer. Acaso explora con él en la
nada cósmica algo que alivie su soledad. ¿La tecnología, por ejemplo? No: es
basura convertida en puyas destructoras. ¿Sus semejantes? No: son apenas un
hálito de voz desde un lejanísimo Control de Misión. ¿La empatía de un amigo?
No: los divide sin remedio el vidrio de sus cascos espaciales. ¿Sus recuerdos?
No: su pasado es tan solitario como su presente. Nada a qué asirse o aferrarse
que no sea transitorio.
Decía un filósofo que el infierno son los otros. No: el
infierno es la falta de los otros. O más bien, el infierno es vivir a solas con
uno mismo. Pero con un poco de suerte, se puede empezar de nuevo. Después de
quitarse el pesado traje espacial, la protagonista de Gravity renace a la vida, palpando la arena del mar.
Lo se: no es mentira que uno puede, si quiere, salir avante
de la soledad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario