27 junio 2012

CAMPAÑAS Y NEUROCIENCIA



Hoy es el último día de campaña y es momento  propicio para hacer una reflexión de conjunto. Comenzaré con este artículo analizando al candidato de las izquierdas. Sin duda, Andrés Manuel López Obrador es un hombre auténtico, a diferencia de Josefina Vázquez Mota, candidata que da bandazos. También es evidente el contraste de su empaque frente a las prendas intelectuales de Peña Nieto. De igual manera es probable que las clases populares sepan que López Obrador defiende sus intereses y atendería mejor las necesidades del pueblo antes que Vázquez Mota. Esto porque teóricamente las personas normales actúan con racionalidad y no van en contra de sus propios intereses. 

Sin embargo las clases populares no votarán mayoritariamente por López Obrador. Es probable que su voto se incline primero por Peña Nieto. López Obrador ha dedicado su campaña a explicar a los pobres y a las clases medias que votar por él favorecería sus intereses materiales. Luego descalifica encuestas como la siguiente: “¿Quién defendería mejor los intereses de usted, Peña o AMLO?” El 75% dice: “Por AMLO”. “Y entonces por quién votará usted?: “Por Peña”. Los electores no le darán el voto masivo a López Obrador no porque estén manipulados por las televisoras, o porque seamos víctimas de un fraude monumental. El motivo es otro. 

En la incapacidad de Andrés Manuel para detectar que la gente no vota por sus propios intereses, es decir, por lo que más le convendría, reside su verdadero error estratégico de campaña. Y es la causa principal por la que el candidato de la izquierda no supo construir, a pesar de su vasta experiencia, el entorno electoral que le pudo haber dado la victoria contundente el próximo 2 de julio. Me explicaré.

Los electores mexicanos estamos moralmente agraviados. Nos ofende la inseguridad pública, los más de 70 mil muertos por la violencia, la corrupción flagrante, el cinismo de los políticos. Lo racional, entre personas normales sería castigar al gobierno de Felipe Calderón, prefiriendo al político exactamente opuesto a su gobierno, como desquite electoral a tanta descomposición política.

Pero ocurre que los colectivos humanos no actuamos racionalmente. Ni en México ni en ningún otro lado del mundo. Este supuesto ha sido desmostrado por la neurociencia, en especial por un científico cognitivo ganador del Nóbel de Economía: Daniel Kahneman. Las decisiones que tomamos en entornos de incertidumbre se apartan de lo racional. Kahneman llama a esto prospect theory (“teoría de las perspectivas”). Una prueba de ello es el estudio que presentó el pasado 20 de marzo, Dan Buettner, de National Geographic en la UdeM sobre sociedades felices: los regiomontanos somos los habitantes más felices de América Latina y Monterrey es una de las ciudades más satisfechas sólo después de Dinamarca, esto a pesar de la grave inseguridad pública.  ¿Irracionalidad? Keynes ya lo definía mejor en su Teoría Económica como “espíritu animal”.

¿Y si la gente no vota pensando en sus intereses entonces en razón de qué vota? En razón de su identidad. Y la identidad la forman sus valores de convivencia (no necesariamente morales), sus deseos, sus arquetipos, sus metas aspiracionales, su imaginación histórica: aquello con lo que se identifica o quisiera identificarse. En el mundo del entretenimiento, los modelos “identitarios” que elige la gente no son los más fieles, ni ascépticos, ni sobrios, ni decentes. Pero la gente los sigue porque se identifica con ellos, no porque le convenga a sus intereses. ¿Por qué habría de ser distinto a la hora de elegir a un político? ¿Cuantos electores confesarían la verdad si se les preguntara en quién les gustaría “reencarnar en su otra vida”, en Peña o en AMLO? Aquí, no aplica lo políticamente correcto.

Si la identidad de la gente coincide con sus intereses materiales,  qué bueno, pero si no, en la casilla electoral le dirán adiós a sus intereses. Así de simple. AMLO conectó en su campaña con los interese de la gente. Peña quiso conectar con la identidad de la gente. ¿A quien le funcionará mejor? El caso de Vázquez Mota ni lo menciono (la señora quiso muchas cosas pero no concretó ninguna).

AMLO supone que a su idea de representar los intereses populares sólo le falta ser bien difundida por los medios. La gente sí cree que él defiende los intereses populares, y se lo agradece, pero no votará por él sino por el candidato que le ofrezca representar su identidad. Por otro lado, la identidad se fundamenta en el afán de no perder; de mantener la seguridad del status vigente así sea en condiciones deplorables. Y eso no lo ofrece el candidato de izquierda. Además, encabezar en abstracto los intereses del pueblo, así sin más, lleva a AMLO a un callejón sin salida: siempre quedará mal con uno o más segmentos de electores. Por eso López suele estar a la defensiva: viendo cómo esquivar el siguiente golpe. Y eso no lo deja planear, calcular, pensar a largo plazo. Por eso siempre está en la inmediatez. Por eso es un candidato cortoplacista.

La neurociencia y la ciencia cognitiva sirven para detectar el origen irracional de las crisis económicas, pero se han usado pocas veces para entender el comportamiento de los votantes en la arena política. Esperemos que en México pueda ser aplicada en casos prácticos como esta elección presidencial. Quizá así podamos evitar futuros conflictos post electorales y meter en la jaula del subconsciente colectivo nuestro irracional espíritu animal.     

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