Me dicen que don Luis H. Alvarez, el legendario
panista de Chihuaha, está enfermo. Y lo entendemos: Tiene 93 años. Nueve
décadas de trotar por acá y por allá y de ser un defensor de la democracia y la
sociedad.-
Don Luis H. Álvarez ha cruzado medio siglo XX y
parte del presente con la necedad de corregir la pobre democracia mexicana. Es
uno de los últimos demócratas sin adjetivos que nos queda. Fue presidente de su
partido el PAN, fue candidato a Gobernador por Chihuahua y le robaron la
elección, fue el negociador del Gobierno Federal con el Ejército Zapatista en
Chiapas y hace poco, el Presidente Calderón lo nombró su representante en
ciudad Juárez para encontrar salidas a la inseguridad. Al servicio de esa
terquedad sacrificó patrimonio, su fábrica de pantalones de mezclilla, y hasta
alimento, porque en sus huelgas de hambre de los años 80, en defensa de la
democracia, comía nada más bagazo de limón con agua.
Una vez nos invitó don Luis a visitar la Zona
Zapatista en los altos de Chiapas. Don Luis cumplía casi los noventa años.
Visitamos Ocosingo, Las Margaritas, Oxchuc. Caminamos desde la mañana hasta
bien entrada la noche. Al final de una jornada, le dije: “Ora sí a
descansar”, pero don Luis me respondió: “De ninguna manera, de aquí nos vamos a
la cascada”. Don Luis subió como si nada el kilómetro de senderos, andadores y
escalones hasta la casada mayor, llamado Velo de Novia. Su secreto consistía en
no aflojar el paso, en mantener el trote, pero sin evadir ni apresurar la ruta
En San Cristóbal nos despedimos, pero antes le
pregunté: “¿Cómo le hace usted para llegar a vivir tantos años?” “Muy simple”
me respondió “un caballito de tequila y a caminar”.
A sus espaldas, don Luis ha dejado una estela de
luchas civiles contra el autoritarismo, contra la intolerancia de los
gobernantes, contra el miedo y la cerrazón. Por eso, en sus eternos recorridos lo ha
acompañado gente que lo admira, ciudadanos que lo quieren, gente del pueblo que
lo sigue a donde vaya, porque le tienen fe.
Metros antes de llegar al
nacimiento de una hermosa cascada chiapaneca, don Luis se frenó. Guardó sus energías y no quiso caminar
por unos momentos. ¿Por qué? Muy simple, me dijo, para demostrar que a la meta no
se llega nunca, que hay que hacer bien las cosas y que, aunque te canses como corredor o deportista
consumado, la verdad es que nunca debemos darnos por vencidos. Y eso sí: un
caballito de tequila y a caminar.
(Comentario del día 18 de mayo para Noticias MVS).
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