¿Cuál es el rol que le está dando a
Internet la prensa tradicional de México comparándola con la de otros países
emergentes? La webmedia, es decir, la reproducción de un periódico en un
entorno virtual, va más allá de los aspectos tecnológicos y de mercado; abarca
principalmente la comunicación de masas. En Gran Bretaña los lectores de
periódicos se informan 65% más en www.guardian.co.uk
que en las páginas impresas del Guardian de Londres. Al margen de
calidad de prosa o celebridad de los articulistas, los lectores comunes buscan
la actualidad inmediata de la nota, y eso sólo lo consiguen online, dentro del
nuevo ecosistema que se forma en la red virtual.
Esto se debe a un fenómeno
psicológico que produce la web: el lector de periódico tradicional quiere
informarse, saber noticias; el internauta, en cambio, quiere no sólo saber,
sino ser parte de la transmisión de la noticia: no aspira a ser un consumidor
de información sino un “prosumidor”, o sea, un productor de información y no
solo alguien que se limita a recibirla o digerirla como la ofrece un medio
impreso. Cuando la prensa escrita se traslada al ambiente virtual se convierte
en un instrumento de conversación, a riesgo de perder el control y parte de la
propiedad que conlleva la nota. En la web, la información se vuelve de todos y
de nadie. ¿Es esto bueno o malo? No lo se.
La mayoría de los medios más
influyentes del mundo se han adaptado al nuevo entorno mediático. Han dejado de
cobrar el acceso a sus versiones electrónicas. Ni El País ni el Washington
Post cobran un centavo por navegar en su menú de noticias, reportajes o
artículos de opinión del día.
¿Pero qué pasa con algunos medios
de comunicación en México que sí cobran una cuota por navegar en sus sitios?
Acaban por tomar distancia de la evolución que experimentan las tecnologías de
la información y la comunicación (TIC). Estos medios periódicos pretenden, más
allá de percibir ingresos extras por la vía del puntocom,
mantener su estatus como productores privilegiados de la verdad. Utilizan la
red no para interactuar sino para mantener el control y la propiedad de la
información, o más bien, su información. Incluso la función que ofrecen
en sus sitios para que sus lectores opinen, nos exigen una cuota previa a los
cibernautas que cada vez somos menos los dispuestos a pagar.
De ahí se deduce su ofensiva
mediática en contra de la webmedia, los blogs, los videoblogs y en general del
periodismo participativo. Estos medios pudiera defenderse aduciendo que actúa
así por mero instinto comercial (le deja más vender su sitio que abrirlo sin
más): o sea, abrir gratuitamente su versión online le resultaría
menos rentable financieramente.
Sin embargo aun desde este punto de
vista puramente comercial se equivocan: en España, el periódico gratuito más
leído es 20 Minutos (por cierto también uno de los mayores negocios
informativos en español) cuya versión en línea, con más de 500 mil visitas
diarias en promedio, es la más leída en Iberoamérica. ¿Pero de dónde obtiene
este medio de comunicación sus grandes ingresos? De la publicidad y los
llamados servicios accesorios, así como de la oferta de blogs que 20minutos diseña para sus lectores.
Ningún medio de comunicación, en
ninguna parte del mundo, vive de sus suscripciones. La publicidad es el único
medio de subsistencia para cualquier periódico impreso o en línea (además del
subsidio oficial con el que se oxigenan algunos).
Resumiendo, la aldea global del
periodismo impone sus reglas no escritas que ciertas aldeas locales se niegan a
cumplir. Pero puede más un carbonero negando que Santo Tomás probando. ¿Por
ceguera o cacicazgo? Que saque cada lector sus conclusiones.
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